Desde diciembre, varias mujeres en Reino Unido han usado inyecciones para perder peso rápido y ahora pagan un costo inesperado: piel flácida que afecta su autoestima y vida cotidiana.
Emilly Murray, de Liverpool, bajó casi 38 kilos con la ayuda del medicamento Wegovy. “No puedo mostrar mis piernas porque la piel cuelga hasta las rodillas”, dice la mujer de 35 años, quien admite que aunque está saludable, su imagen corporal la deprime profundamente.
Estas inyecciones están disponibles desde hace dos años en el NHS para personas con obesidad y desde 2023 en consultas privadas. Mounjaro, otro fármaco similar, llegó al mercado privado en febrero y al sistema público en junio. Funcionan suprimiendo el apetito, pero no son aptos para todos y pueden causar efectos adversos severos.
Pese a la euforia por la rápida pérdida, los pacientes no advierten que la piel no se ajusta rápido a la nueva silueta. Nora Nugent, presidenta de la Asociación Británica de Cirujanos Plásticos Estéticos (BAAPS), señala que cuanto más rápido el adelgazamiento, mayor la flacidez de piel. “En muchos casos solo la cirugía puede resolverlo”, alerta. Sin embargo, el costo de esos procedimientos es altísimo y no siempre cubierto por el sistema de salud.
Las operaciones para quitar piel sobrante, conocidas como moldeamiento corporal, no suelen aprobarse en el NHS salvo que la flacidez impida actividades básicas como bañarse o vestirse solo, explica el cirujano plástico Mark Soldin. En regiones como Londres y Surrey, la cirugía privada puede costar hasta US$54.000, sumando una barrera casi infranqueable.
Charmaine Hines, que bajó 38 kilos en ocho meses, describe su piel flácida abdominal como “un estorbo”. Ella considera la cirugía un “último recurso” por costos y riesgos. Procedimientos de hasta seis horas implican complicaciones serias: hipotermia, infecciones y cicatrices permanentes.
Grace Parkin, de Sheffield, perdió 57 kilos y ya ahorra para hacerse una abdominoplastia y otras cirugías, pero en el exterior por temas económicos. “Muchos buscan hacerlas fuera de Reino Unido, pero vuelven con complicaciones”, advierte Nugent. El NHS recomienda consultar con médicos antes de planificar cirugías fuera.
No todos lidian mal con la flacidez. Laura Hughes, desde Escocia, perdió 76 kilos y acepta la piel sobrante como parte del proceso. Su vida cambió radicalmente: pasó de no poder caminar bien a tomar clases de DJ y mostrarse orgullosa en redes.
El debate crece: el tratamiento de la obesidad es prioridad para el NHS porque reduce enfermedades graves cuyo costo anual supera los US$15.000 millones. Pero la cirugía estética para quitar piel sobrante no es urgencia y su alta demanda choca con fondos limitados y prioridades médicas más críticas.
Mientras el acceso a estos medicamentos se expande, mujeres como Emilly calculan ahorrar o endeudarse para una cirugía que mejore su calidad de vida después de perder kilos, un drama que todavía no tiene solución pública clara.
