El pan chino de gambas, conocido como keropok o krupuk, es un aperitivo emblemático de la cocina del sudeste asiático. Popular en Indonesia, Malasia y China, este snack crujiente se sirve en celebraciones, acompañando platos principales y sopas.
Su elaboración combina gambas frescas trituradas con almidón de tapioca, dando como resultado unas obleas ligeras que se expanden y se vuelven crujientes al freírlas en aceite caliente.
La receta tradicional implica varios pasos: una masa hecha con 250 gramos de gambas peladas, almidón, huevo y especias que se cocina al vapor durante 45 minutos. Luego se deja enfriar y se refrigera al menos 12 horas para que endurezca.
Después, la masa se corta en rodajas finas, se seca al sol por 1 o 2 días o en horno bajo durante 4 a 6 horas. Finalmente, se fríen las rodajas en aceite a 180 °C, momento en que se inflan en segundos, ofreciendo esa textura crujiente tan característica.
El proceso puede durar entre 13 y 14 horas, contando el tiempo de secado y reposo, pero produce entre 60 y 80 obleas, que se conservan secas por meses en lugar fresco y seco. Una vez fritas, se recomienda consumirlas en 3 a 5 días para mantener su textura.
Este pan de gambas marida bien con platos agridulces, pescados y arroces, y es común encontrarlo en restaurantes chinos alrededor del mundo, consolidándose como un snack global.
Algunos consejos clave al prepararlo: cortar las rodajas muy fino, secarlas completamente antes de freír y controlar la temperatura del aceite para evitar que se quemen.
Una porción de estas obleas aporta entre 35 y 45 calorías, con 2 a 3 gramos de grasa y hasta 2 gramos de proteína, por lo que es una botana ligera pero sabrosa para acompañar cualquier comida.
