Ramón Novarro, uno de los primeros grandes galanes latinos de Hollywood y estrella de cine mudo, murió asesinado en su casa de Hollywood el 30 de octubre de 1968 en un crimen brutal que sacudió a la industria.
Novarro, nacido en Durango, México, en 1899 como José Ramón Gil Samaniego, logró consolidarse en la época dorada del cine mudo tras abrirse paso en Hollywood bajo el nombre artístico que lo catapultó a la fama. Fue protagonista de grandes éxitos como Ben-Hur (1925) y uno de los actores mejor pagados de MGM, pero sufrió en silencio la opresión por ser homosexual en una industria fuertemente homófoba.
Según investigaciones, Novarro fue asesinado por dos hermanos gigolós, Paul y Tom Ferguson, de 17 y 22 años, quienes irrumpieron en su casa de Laurel Canyon buscando un supuesto escondite con dinero. Lo torturaron brutalmente y lo dejaron morir ahogado en su propia sangre tras golpes severos. Solo lograron llevarse unos pocos dólares.
Los criminales dejaron un mensaje homofóbico con lápiz labial sobre un espejo que decía: “Nosotras las chicas somos mejores que los maricones”, revelando el odio detrás del asesinato. En juicio, intentaron culpar a Novarro de acoso para justificar el crimen. Ambos fueron condenados a cadena perpetua y liberados en los años setenta.
La carrera de Novarro estuvo marcada por la lucha constante contra los estigmas sociales y la necesidad de ocultar su orientación sexual para preservar su trabajo y reputación. Nunca aceptó los matrimonios de conveniencia que los estudios imponían a las estrellas homosexuales para encubrir su vida privada.
Su nombre se vinculó en la prensa con Rodolfo Valentino, otro sex symbol latino, pero la supuesta rivalidad fue un invento mediático. Por años, su figura quedó opacada por el morbo y la homofobia, relegando el reconocimiento a su contribución pionera como latino en Hollywood.
En vida llevó una existencia llena de soledad, rodeado en sus últimos meses por jóvenes dedicados a la prostitución, lo que aumentó su vulnerabilidad y terminó con su vida violentamente arrebatada. Pese a todo, en 1960 recibió una estrella en el Paseo de la Fama, un reconocimiento tardío al actor que rompió barreras en el cine estadounidense.
Novarro es hoy recordado como una figura clave que desafió las normas raciales y sexuales de su época, pagando un alto precio por su autenticidad en un entorno hostil.


































