Un asteroide identificado como 2024 YR4 presenta una probabilidad del 4% de impactar la Luna en diciembre de 2032, alertaron científicos de la NASA y centros internacionales.
El choque no impactaría la Tierra, pero podría generar una nube masiva de fragmentos y micrometeoroides, hasta 1.000 veces más intensa que lo normal, que amenazaría la seguridad de satélites, estaciones espaciales y futuras misiones tripuladas en órbita terrestre baja.
Descubierto en diciembre de 2024 desde Chile por el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre, 2024 YR4 mide hasta 67 metros de diámetro, un tamaño considerable que en caso de impacto terrestre podría causar daños tipo destructor de ciudades.
Después de descartar el riesgo de choque contra la Tierra, el foco ahora está en la Luna por las posibles ramificaciones en la órbita baja. Esa región concentra la mayoría de satélites de comunicaciones, navegación y observación, clave para la vida diaria.
El impacto lunar podría enviar una lluvia de escombros que permanecería en esa órbita durante años, aumentando el peligro de colisiones y fallas en infraestructuras espaciales críticas.
La NASA y expertos valoran opciones para neutralizar el riesgo, incluida la idea de usar explosivos, incluso nucleares, para desintegrar el asteroide antes del impacto. Sin embargo, esta táctica es polémica y riesgosa. La experta Julie Brisset advierte que una explosión insuficiente solo crearía un campo de escombros aún más peligroso.
Una alternativa más segura sería la desviación con un impacto cinético, similar a la misión DART que modificó la órbita del asteroide Dimorphos en 2022. Para esto, insisten en la necesidad urgente de una misión de reconocimiento que mida masa y estructura del asteroide, datos claves para planear cualquier intervención.
Kelly Fast, oficial interina de defensa planetaria en la NASA, aseguró que no hay planes inmediatos para actuar sobre 2024 YR4. La prioridad ahora es seguir observando su trayectoria para afinar la probabilidad de impacto, que podría reducirse a cero con nuevos datos, especialmente con el telescopio espacial James Webb.
El contexto político internacional suma complicaciones. China y Rusia quieren ampliar su presencia lunar, con proyectos conjuntos incluso de plantas nucleares. EE. UU. planea mantener misiones regulares a la Luna. Cualquier acción militarizada en el espacio podría tensar esta competencia espacial creciente.
En los próximos meses, los centros de monitoreo reforzarán el seguimiento orbital del asteroide con telescopios avanzados para definir si el riesgo se confirma o se descarta. Por ahora, el impacto y las estrategias para mitigarlo quedan en estudio a nivel global, con mucha incertidumbre técnica y política.
