Barranquilla logró aumentar su acceso a la educación superior del 49,6 % en 2023 al 56,7 % en 2024, según datos oficiales del Ministerio de Educación. Sin embargo, el Informe 2025 “Conexiones que transforman” revela que solo la mitad de los bachilleres logra ingresar de inmediato a la universidad y cerca del 50 % de esos estudiantes abandona sus carreras antes de graduarse.
El informe, elaborado por GOYN Barranquilla, Nuestra Barranquilla y la Universidad del Norte con apoyo de Fundación Corona y United Way Colombia, denuncia la fragilidad del sistema educativo local para retener y apoyar a los jóvenes más allá del acceso inicial.
Lilian Urueta, directora de GOYN Barranquilla, señaló que el principal reto no es solo abrir cupos, sino garantizar la permanencia. “Todavía queda mucho camino por recorrer para garantizar la permanencia educativa”, afirmó, y destacó la problemática de la extraedad, que reduce drásticamente las posibilidades de continuar estudiando.
Un joven que se gradúa a los 17 años tiene un 85 % de posibilidades de seguir en la educación superior, mientras que quienes lo hacen entre los 20 y 21 apenas logran un 13 %, advirtió Urueta. El sistema no está preparado para jóvenes que regresan tras años fuera de las aulas en cursos no acordes a su edad.
El caso de Natalia Suárez, de 16 años y beneficiaria de una beca nacional para estudiar Ingeniería Electrónica en una institución privada, ilustra este desafío. Proveniente del barrio Simón Bolívar, Natalia contó que pensó en desertar varias veces por el costo de transporte, materiales y alimentación. “A veces se hace muy difícil”, dijo, aunque con apoyo familiar espera graduarse pronto.
La Alcaldía de Barranquilla atribuye el aumento en cobertura a programas como IUB al Barrio, la apertura de nuevas sedes del Sena, alianzas con universidades locales y un robusto programa de becas que premian la excelencia académica.
“En enero de este año, la Universidad de Barranquilla recibió a 2.451 nuevos estudiantes, y cerraremos 2025 con 16.000 jóvenes activos, triplicando la matrícula en tres años”, dijo el alcalde Alejandro Char.
Aun así, la brecha en permanencia y graduación persiste y afecta la movilidad social. El informe muestra que la educación superior muchas veces no es un camino hacia mejores oportunidades sino un espacio donde muchos se quedan atrás, debido a factores económicos, familiares y sociales que van más allá de las aulas.
En salud socioemocional la situación es alarmante: aunque el 95 % de jóvenes está afiliado al sistema de salud, solo uno de cada diez accede a consultas preventivas de psicología. La tasa de intentos de suicidio entre jóvenes representa el 60 % de los casos en la ciudad, evidenciando una desconexión entre cobertura y acceso real a servicios efectivos.
El profesor Mauricio Andrés Terrón Gloria, investigador de la Universidad del Norte, señaló que la juventud vive una “crisis de conexión” que agrava la salud mental y su desarrollo social. Destacó que el consumo de sustancias y la ansiedad son consecuencias de vacíos emocionales no resueltos y propuso fortalecer espacios comunitarios y programas con voz juvenil.
En el ámbito laboral, seis de cada diez jóvenes acceden a empleos vía redes familiares o amistades, lo que refleja la ausencia de un mercado equitativo. Casi la mitad trabaja en informalidad y 84 % de emprendimientos dependen de ahorros propios. Esto limita la sostenibilidad económica y profundiza la desigualdad.
Por último, la directora de Nuestra Barranquilla, Diana Senior, urgió a abrir espacios reales de participación para la juventud y diseñar políticas públicas desde el diálogo con ellos. “Más del 50 % de los jóvenes no se involucra en la construcción ciudadana, y eso debe cambiar”, afirmó.
El informe pone en evidencia que ampliar cupos no es suficiente. La clave está en acompañar integralmente a los estudiantes, fortalecer redes de soporte emocional y ofrecer oportunidades reales para que la educación sea un motor de transformación social en Barranquilla.
