El Barrio Latino, antes núcleo de la clase alta en Cúcuta, hoy late al ritmo del comercio con más de 100 locales que generan decenas de empleos.
Hace 60 años, esta zona de la comuna 1 destacaba por sus grandes casas de médicos y empresarios, con piscinas y jardines donde florecían las ixoras, símbolo de la ciudad. El desarrollo inicial contó con apoyo de líderes como monseñor Luis Pérez Hernández, Carlos Ramírez París y Eduardo Mantilla Sanmiguel, quienes aseguraron que familias adineradas ocuparan estos terrenos.
Con el tiempo, además de los colegios Carmelitas y Santo Ángel, el barrio albergó la industria Bavaria y se vio beneficiado por su cercanía con el estadio General Santander, el coliseo Toto Hernández y la piscina olímpica, puntos clave para la recreación local.
Hoy, esas grandes casas dieron paso a supermercados, restaurantes y especialmente talleres de motos, donde diariamente se reparan hasta 50 vehículos, según comerciantes como Josué Rolón. La presencia de trabajadores locales, migrantes venezolanos y visitantes de otros barrios dinamiza la economía del área, que mostró crecimiento notable en empleo en fechas especiales.
En septiembre, la Alcaldía de Cúcuta pavimentó las principales calles del barrio, lo que, según Rolón, ha beneficiado a comerciantes y transeúntes. Además, el alumbrado público es adecuado y los patrullajes policiales son constantes, lo que garantiza mayor seguridad nocturna.
La colaboración entre comerciantes es destacable: se recomiendan clientes, se ayudan con cargas pesadas y mantienen buenas relaciones frente a la competencia. Esto fortalece un ambiente comercial que sigue creciendo.
Desafíos en movilidad y seguridad
A pesar del avance, la comunidad señala problemas serios como la invasión del espacio público por parte de vehículos mal parqueados, lo que genera congestionamientos y dificulta la movilidad en las horas punta. Añaden que la alta velocidad y la imprudencia al volante han provocado choques frecuentes en avenidas principales, volviendo riesgoso cruzar las calles.
“Hasta cruzar la calle se vuelve un constante temor por la posibilidad de un accidente”, dijo un habitante del barrio.
Además, aunque las vías fueron recientemente pavimentadas, aún hay escombros que afectan la imagen del sector. También preocupa la presencia permanente de habitantes de calle que piden dinero y consumen drogas, fenómeno vinculado al entorno cercano al barrio Lleras Restrepo y al estadio General Santander, donde se registran disturbios ocasionados por hinchas.
Frente a estas problemáticas, Joan Botello, secretario de Movilidad, afirmó a este medio que la administración municipal implementa campañas diarias de educación vial para generar conciencia en conductores y peatones. Botello aclaró que la estrategia no busca imponer normas, sino fomentar el buen uso del espacio público y la responsabilidad compartida en seguridad vial.
Este medio intentó contactar a la Secretaría de Bienestar Social de Cúcuta para conocer sus acciones ante la situación de habitantes de calle, pero no obtuvo respuesta al cierre de esta edición.
Así, el Barrio Latino muestra una transformación clara: de zona residencial exclusiva a centro comercial activo que impulsa la economía local, aunque enfrenta desafíos importantes en movilidad y seguridad que la Alcaldía aún busca controlar.
