El centro histórico de Barranquilla enfrenta una crisis profunda con más de 280 locales cerrados en el perímetro entre la carrera 38 a la 46 y calle 30 a la 45, según la Unión Nacional de Comerciantes (Undeco). La caída del flujo de compradores se siente en cada esquina, mientras la extorsión sigue asfixiando a los negocios formales y ambulantes.
Alejandro Duarte, comerciante y exlíder gremial, describe el desolado panorama: “La gente tiene miedo, no viene, y el comercio se traslada a otros sectores. El centro histórico está perdiendo vigencia”.
Lo que antes fue un epicentro bullicioso con cientos de locales abiertos hoy es un paisaje de esteras abajo y persianas cerradas. Cientos de negocios dejaron sus puertas cerradas, dejando apenas algunos locales abiertos como el de Tirso Pinto, quien abrió recientemente un establecimiento de publicidad e impresiones en el Edificio Caldas, único en funcionamiento.
El impacto de la virtualidad en los servicios judiciales también golpeó duramente a negocios tradicionales. Luis Avendaño, abogado y expropietario de un local de copias en el Centro Cívico, cuenta que la menor presencialidad en juzgados derrumbó la demanda de impresiones y transcripciones.
“Tuvimos que cerrar porque el arriendo y los costos no daban. Antes sacaba hasta 300 mil pesos diarios, ahora toca poner de bolsillo para mantener el local”, relató.
En la antigua zona de la Fiscalía General, otro símbolo de la crisis es Gabriel Enrique Sánchez, que vendía sellos y ahora intenta paliar la falta de ventas colocando letreros de ‘se arrienda’ en su puesto, mientras lucha por pagar un préstamo del programa Credichévere.
El Teatro Rex, un ícono recuperado y transformado en restaurante por el Distrito, cerró y se convirtió en bodega. A metros, el vendedor ambulante José Miguel Cantillo, con 25 años en la calle, resume la realidad: “Esto asusta, ya no hay movimiento, locales siguen cerrando, la pandemia terminó de fregar todo”.
En el lado comercial formal, Paola López, vendedora de joyas, reporta ventas muy bajas que no mejoraron en la recientemente concluida temporada de Amor y Amistad. “Ha sido el mes más terrible, aparte de agosto”, dijo.
Leidy Jiménez, que arrienda un local pequeño, añade que la competencia de las redes sociales y la proliferación de comercio en barrios empujan a los compradores a dejar el centro.
A esto se suma un miedo constante generado por la extorsión. Duarte advierte que delincuentes cobran a vendedores informales y formales, desde los que venden tinto hasta los puestos de frutas. “Seguimos pidiendo presencia policial urgente, el centro histórico no puede morir así”, clamó.
La crisis comercial golpea duro y la pregunta que queda en el aire es cómo y cuándo podrá recuperarse el centro de Barranquilla, uno de los sectores más importantes para la ciudad.
						
									
































