Colombia ya está en la lista global de los países con más calvos, ocupando el puesto 46, según un estudio de 2024 de la plataforma médica Medihair. Se calcula que el 27,04 % de los hombres colombianos sufren alopecia androgénica, es decir, cerca de uno de cada cuatro hombres enfrenta pérdida progresiva de cabello.
Más de 2 millones de colombianos tienen algún tipo de alopecia, incluyendo una preocupante cifra: tres de cada diez mujeres en el país también padecen esta condición, advirtió la dermatóloga estética Dra. Mónica Hernández. La alopecia ya no es solo un problema de hombres o de edad avanzada, sino un fenómeno que afecta a jóvenes y adultos por igual.
La pérdida de cabello, antes un tema tabú, ha ganado visibilidad gracias a figuras públicas como la influencer La Jessu y celebridades nacionales que han abierto el debate sobre la alopecia y su impacto emocional. “Mi pelo no me define, pero contar mi proceso me ayudó a sanar”, dice La Jessu, quien sufre alopecia areata.
La alopecia no distingue género ni edad y puede presentarse de varias formas. La alopecia androgénica, la más común, afecta el patrón capilar principalmente en hombres pero también en mujeres, mientras que la alopecia areata provoca pérdida de cabello en parches.
La dermatóloga María Margarita Tamayo, de la Universidad Javeriana, explica que existen dos grandes grupos de alopecia: cicatriciales, que dañan el folículo y dificultan la recuperación, y no cicatriciales, que permiten recuperar el cabello si se detecta a tiempo. Desde el examen clínico básico hasta pruebas como la tricoscopia o biopsias, el diagnóstico temprano es clave para conservar el pelo.
Los tratamientos varían: desde inyecciones, medicamentos orales y tópicos, hasta las terapias avanzadas como plasma rico en plaquetas (PRP), medicina regenerativa y trasplantes capilares. Sin embargo, la recomendación constante es acudir a un especialista apenas se noten signos de caída persistente.
“Si en la familia hay casos de calvicie, es aconsejable consultar tan pronto se note una disminución de la densidad capilar. Cuanto antes se actúe, más posibilidades hay de conservar los tallos pilosos”, advierte la Dra. Tamayo.
El daño emocional es otro frente. Para muchos como Karla Gutiérrez, la alopecia implica una lucha diaria con la autoimagen. “Fue como si mi cuerpo empezara a borrarse pedacito a pedacito”, relata. Su momento de cambio llegó cuando decidió raparse y enfrentar el problema con ayuda profesional.
Otra historia cercana es la de Daniel Ruiz, quien tuvo que aceptar la herencia genética de su padre y optó por raparse luego de años de inseguridad y técnicas para ocultar la caída.
En Colombia y el mundo, el estigma va cediendo paso a la aceptación y a la búsqueda de soluciones. La alopecia afecta a más de 147 millones de personas globalmente y tiene un impacto social y psicológico profundo, pero la ciencia avanza y los pacientes ya no están solos.
