Rusia reporta un aumento en ataques con drones en su territorio, con impactos detectados a casi 2.000 kilómetros de la frontera con Ucrania, una muestra clara de que la guerra se extiende y pone a prueba sus defensas aéreas.
Drones han sido localizados en zonas críticas como los Montes Urales y la región petrolera de Tyumen, en Siberia. Esta semana, autoridades locales de Sverdlovsk, a 1.700 km de Moscú, ordenaron evacuaciones y limitaron el acceso a internet móvil en varias empresas industriales por amenaza de ataques.
En Tiumén, a 2.000 km de la frontera, tres drones fueron abatidos cerca de una refinería petrolera. Desde setiembre, se han interceptado otros drones en la región de Perm, donde atacaron plantas químicas y un productor de nitrato de amonio, clave en explosivos.
Aunque Ucrania no ha reivindicado la mayoría de estos ataques, el presidente Volodímir Zelenski reconoció en redes que sus drones de largo alcance son cada vez más efectivos y que han logrado destruir sistemas de defensa aérea rusa.
Expertos creen que estos drones podrían operar desde Ucrania, pero a medida que se alejan, la posibilidad de que sean lanzados desde puntos fuera del país crece, lo que habla de una operación más compleja y sofisticada.
En enero, Ucrania ya había llevado a cabo ataques con drones ocultos en camiones contra aeródromos estratégicos en zonas tan lejanas como el este siberiano.
La expansión de los ataques marca un nuevo capítulo en el conflicto, poniendo en alerta a Rusia y desafiando sus capacidades defensivas en territorios antes considerados seguros.
