Este lunes a las 9:00 p.m. se entrega en París el Balón de Oro 2025, el premio más prestigioso del fútbol mundial que reconoce al mejor jugador y jugadora de la temporada pasada. La ceremonia en el teatro Châtelet contará con grandes favoritos como Ousmane Dembélé del PSG, campeón de Europa, y los jóvenes atacantes del Barcelona Raphinha y Lamine Yamal.
Pero a pesar de su renombre, el ganador del Balón de Oro no recibe ningún premio en efectivo. El trofeo, valuado en unos 3.000 euros y que no es de oro puro, es el único galardón físico que entrega France Football con apoyo de la UEFA. Patrocinadores y organizadores no dan premios económicos ni cheques a los ganadores.
Las ganancias económicas para los premiados dependen de sus contratos con clubes o patrocinadores, que en algunos casos ofrecen bonificaciones por el galardón. También puede abrir la puerta a mejores contratos y acuerdos comerciales de alto nivel, lo que suele traducirse en sumas millonarias, pero indirectamente.
La votación la realizan 100 periodistas de las naciones mejor posicionadas en el ranking FIFA, quienes escogen a los ganadores del premio principal y trofeos como el Kopa (mejor jugador menor de 21 años) y Yashin (mejor portero). La lista de nominados fue seleccionada por L’Equipe y France Football con 30 jugadores masculinos y 20 femeninos.
Además del Balón de Oro a los mejores futbolistas, la gala entregará premios al máximo goleador, mejor entrenador y reconocimiento a clubes destacados. En la categoría femenina destacan jugadoras como Alessia Russo, Mariona Caldentey y anteriores ganadoras como Alexia Putellas.
Lo que realmente impulsa el Balón de Oro no es dinero directo, sino estatus y mercado. El reconocimiento eleva inmediatamente la cotización del jugador, convirtiéndolo en una superestrella global y un imán para marcas y negocios. Para los futbolistas, el trofeo es más un pase al estrellato mundial que un premio económico inmediato.
