El Gobierno de Argentina dio un salto político inesperado tras los resultados electorales que le garantizan casi el quórum propio en la Cámara de Diputados y un escenario propicio para avanzar con reformas profundas.
Con 93 diputados puros del espacio libertario liderado por Javier Milei, más unos 14 del Pro, el oficialismo prácticamente asegura un bloque sólido. Para abrir sesión se necesitan 129 y aunque aún hay espacios sin liderazgo claro, como varios diputados radicales y del bloque Innovación Federal, el Gobierno confía en sumar apoyo, incluidos algunos del fallido frente Provincias Unidas. Estos últimos quedaron debilitados, facilitando al Ejecutivo la negociación directa con gobernadores sin costo político inmediato.
El golpe opositor quedó marcado por la fuerte polarización: solo un gobernador, Gustavo Valdés de Corrientes, salvó el prestigio ganando por estrecho margen. La derrota de la “familia ensamblada” del peronismo se traduce en divisiones internas que complican la resistencia frente a la agenda oficialista.
En el Senado, el oficialismo también gana terreno con la suma de unos 26 legisladores entre su bloque y el Pro, más posibles acuerdos con los 9 senadores radicales y algunos gobernadores aliados. Esto acerca la ilusión de contar con 37 senadores necesarios para abrir sesiones y controlar la agenda alta.
Sin embargo, la estabilidad dentro del gabinete asciende como una nueva batalla. Javier Milei ratificó a Karina Milei y Santiago Caputo como pilares de su equipo, pero las tensiones internas no cesan tras meses de agravios entre facciones. Karina Milei se mantiene fuerte y rechaza subordinación a Caputo, mientras se propuso a Manuel Adorni para un rol intermedio y menos conflictivo.
En el plano económico, la influencia del sector ligado a Caputo fue visible al ubicar a Pablo Quirno, ex secretario de Finanzas y ahora canciller, en un rol clave para estrechar relaciones con EE.UU., donde una jugada política incluía lograr respaldo de Donald Trump para la agenda oficialista.
La contundencia del avance oficialista ya define un cambio de ciclo político. El peronismo enfrenta una crisis profunda por la pérdida del centro político y por la caída en su base electoral, especialmente en distritos clave del conurbano donde el voto retrocedió entre 20.000 y 25.000 electores por municipio.
El Gobierno pospone el debate del Presupuesto 2026 para evitar sorpresas y confía en consolidar bloques e interbloques en la sesión preparatoria que viene. El control de la Cámara baja y el Senado abriría la puerta a leyes claves y reformas estructurales, algo que parecía lejano hace apenas un mes.
La victoria electoral de Milei no solo asegura protagonismo legislativo sino que redefine la política argentina y fuerza un replanteo en la oposición, que deberá adaptarse a un escenario donde el Ejecutivo lleva la iniciativa y los peronistas luchan por evitar un desbande total.

































