La salud en Latinoamérica debe dejar de verse como un gasto y convertirse en una inversión estratégica para evitar un daño económico irreversible, advirtieron expertos durante el Roche Press Day en Ciudad de México.
El envejecimiento poblacional y las enfermedades crónicas – responsables del 77 % de las muertes en la región – presionan el sistema sanitario y la economía. El promedio regional destinado a salud es de apenas 3,8 % del PIB, muy por debajo del mínimo recomendado del 6 % por la OPS y Cepal.
“La salud no es un gasto, es una inversión. Eso cambia la narrativa política”, afirmó el presidente de la Asociación Bancaria de Colombia, Jonathan Malagón.
Melissa Delgado, directora de Roche para Centroamérica y el Caribe, calificó la situación como “la tormenta perfecta”, con enfermedades crónicas que afectan ya al 28 % de personas entre 25 y 65 años, el tramo más productivo. Proyectan que para 2035 esta cifra subirá a 50 %.
Por cada dólar invertido en salud, la economía recupera entre dos y cuatro dólares, subrayó Delgado. Sin embargo, tras la pandemia la inversión pública en salud se ha visto comprometida tras ajustes fiscales.
El secretario ejecutivo de Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs, explicó que restringir gasto público significa reducir el tamaño del Estado, tarea difícil políticamente, y planteó reformas tributarias como alternativa, siempre que exista confianza en las instituciones.
“Invertir en salud es pensar a largo plazo, hablamos de sostenibilidad fiscal”, dijo Judith Senyacen Méndez, adjunta del CIEP, y recordó que México gasta en salud la mitad per cápita que Chile o Colombia.
El llamado es claro: sin priorizar la inversión en salud, América Latina enfrenta una crisis económica mayor que ocurrirá de forma inevitable si no se invierte en el bienestar y la productividad de sus ciudadanos.
