Jared Kushner, yerno de Donald Trump, fue la figura clave en la adquisición de Electronic Arts (EA) por US$55.000 millones, convirtiéndose en una de las compras más audaces en Wall Street.
El acuerdo cerró esta semana gracias a la colaboración entre Kushner, el inversor Egon Durban y el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí (PIF), el mayor fondo soberano del mundo. Con respaldo de US$36.000 millones en capital y US$20.000 millones en deuda bancaria respaldada por JPMorgan, la compra consolida un eje financiero entre Washington y Riad.
Según fuentes cercanas al proceso, Kushner aprovechó sus vínculos en Arabia Saudí, forjados durante su paso como enviado especial del expresidente Trump, para convencer al PIF de aceptar la oferta de exclusión que presentó el consorcio.
El fondo saudí será el accionista mayoritario de EA, mientras que la firma de capital privado Silver Lake, codirigida por Durban, mantendrá una participación minoritaria significativa. La firma de Kushner, Affinity Partners, tendrá alrededor del 5% de la compañía.
La operación se completa en medio de un fuerte interés en la inteligencia artificial como motor de reducción de costos y expansión en la industria del entretenimiento digital. Los compradores apuestan a que la IA permitirá un fuerte crecimiento en videojuegos y deportes digitales, sectores donde Silver Lake ya invierte fuertemente.
El príncipe heredero de Arabia Saudí, Mohammed bin Salman, respaldó la compra dentro de su esquema para diversificar la economía del reino, apostando además por la industria del videojuego, uno de sus principales intereses personales. El PIF ha invertido previamente miles de millones en compañías como Nintendo y Take-Two Interactive a través de su unidad Savvy Games.
El consejo directivo de EA peleó por obtener el mejor precio durante la negociación que comenzó a principios de año y llegó a un acuerdo definitivo hace un mes. Además de la compra, el consorcio prevé inyectar más capital o deuda para futuras adquisiciones, usando incluso las acciones privadas de EA para financiar expansiones.
Si por alguna razón el acuerdo falla, el consorcio debe pagar a EA una comisión de ruptura de US$1.000 millones.
Esta transacción representa un nuevo capítulo en la relación entre Washington y Riad, con el respaldo esperado también del presidente de Estados Unidos, dada la importancia estratégica de Arabia Saudí como aliado global.
