La fatiga emocional tras dejar de fumar es la principal causa que lleva a las recaídas, según un estudio internacional que evaluó a casi 2.000 exfumadores en Australia, Canadá, Inglaterra y Estados Unidos.
Este cansancio psicológico, llamado “fatiga de cesación”, aumenta hasta un 64 % el riesgo de volver al hábito, por encima de las ganas de fumar o el tiempo sin consumir nicotina, aclaró a Infobae el neumonólogo Sebastián Baquero, director médico de Grupo Omint.
“La fatiga post abandono es un factor independiente y el predictor más fuerte de recaída, incluso más que el uso de vapeo o cuánto tiempo lleva la abstinencia”, explicó Baquero.
El estudio publicado en Addiction recalca la necesidad urgente de detectar este agotamiento para ofrecer atención profesional inmediata y evitar que la persona regrese al cigarrillo.
Mientras tanto, abandonar el tabaco trae beneficios claros para la salud física y mental sin importar la edad en que se deje. Investigadores de University College London analizaron a más de 9.400 adultos mayores de 40 años y constataron que quienes dejaron de fumar tienen un deterioro cognitivo mucho más lento durante los seis años posteriores.
“Nunca es tarde para dejar de fumar, incluso para proteger el cerebro”, dijo Mikaela Bloomberg, una de las autoras del estudio que se publicó en The Lancet Healthy Longevity.
Baquero agregó que los beneficios para la función cerebral se notan incluso años después de la cesación. “Los que dejaron de fumar tienen mejor capacidad cognitiva después de seis años en comparación con los que siguen fumando”, afirmó.
Dejar el cigarrillo acelera la recuperación del cuerpo desde las primeras horas. En solo 20 minutos la presión arterial baja y en 12 horas mejora la oxigenación de los tejidos. Entre dos semanas y tres meses mejora la circulación y la capacidad pulmonar. Un año después los riesgos cardíacos se reducen a la mitad, según explicó el cardiólogo Francisco Toscano.
Para la neumonóloga Ana María Putruele, jefa del Hospital de Clínicas, el cuerpo comienza a sanar rápido: “Desaparecen síntomas como la tos y la disnea, mejora el gusto y el olfato, y la calidad de vida se nota día a día”.
Además, el ahorro económico es considerable. Un paquete diario puede costar miles de pesos colombianos y dejar el cigarrillo significa también recuperar vida social y laboral, pues elimina el olor en la ropa y mejora la apariencia.
Para sostener la abstinencia es clave combinar tratamientos farmacológicos, apoyo psicológico y digital. Entre los medicamentos disponibles en América Latina están los sustitutos de nicotina y el bupropión; pero no la vareniclina y todavía no se usa la citisina ampliamente.
“Es fundamental que los que intentan dejar de fumar pidan ayuda cuando aparezca esa fatiga extrema porque puede ser la señal de una recaída inminente”, advirtió Baquero.
La Organización Mundial de la Salud calcula que casi el 60 % de fumadores quiere dejar el hábito, pero el acceso a tratamientos efectivos es limitado. Esta evidencia apunta a redoblar esfuerzos en programas de salud para brindar atención integral y anticipar recaídas.
