Latinoamérica se prepara para la COP30 que se realizará del 1 al 10 de noviembre de 2025 en Belém, Brasil, con la urgente tarea de transformar los compromisos climáticos en acciones concretas.
La región enfrenta desafíos claves: limitaciones presupuestales, fuerte dependencia de combustibles fósiles y diferencias políticas que complican un acuerdo común. Brasil, como anfitrión y potencia regional, genera expectativas para lograr un acuerdo sólido.
México admitió dificultades para alcanzar su meta de reducir un 64 % las emisiones de gases efecto invernadero para 2030, equivalente a 225 millones de toneladas. En Belém presentará una nueva contribución climática que ratifica su objetivo de carbono neutral hacia 2050, sumando estrategias de adaptación y financiamiento.
Chile busca consolidarse como líder en transición energética y diplomacia climática, impulsando cooperación técnica y financiamiento verde. Su foco también estará en la restauración de ecosistemas y la protección de la biodiversidad amazónica durante la cumbre.
Guatemala avanza en su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) apoyado en energías renovables que ya representan el 68 % de su generación eléctrica. También promueve la electrificación rural para reducir 80.000 toneladas de CO2 anuales y apunta a la deforestación neta cero en 2027.
Costa Rica llevará a la COP30 una NDC más robusta con un marco financiero basado en innovación fiscal. Presentará avances en programas como Pago por Servicios Ambientales Marino y medidas para fortalecer la gestión del riesgo de desastres.
Panamá impulsará una mayor coherencia en el sistema climático global con énfasis en resultados tangibles y promoverá un Plan de Acción de Género centrado en liderazgo local y rendición de cuentas.
Colombia, bajo el Gobierno de Gustavo Petro, llevará tres propuestas principales: reconocer la biodiversidad como solución climática, eliminar progresivamente los combustibles fósiles y reformar el sistema financiero internacional para evitar aumentar la deuda de países del Sur Global. Petro sostuvo que la COP30 debe “reconocer la biodiversidad como solución climática en un momento crítico para la Amazonía”.
En contraste, la Argentina de Javier Milei ha reducido su compromiso oficial con el cambio climático, recortando su Ministerio de Ambiente a una subsecretaría y retirando a la delegación argentina de la COP29 en Bakú. Hasta ahora no ha confirmado asistencia oficial para la COP30 en Brasil.
Perú apoyará la propuesta brasileña del Fondo Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), que premiará la conservación de hectáreas en la Amazonía. También presentará avances en su Registro Nacional de Medidas de Mitigación y en el Programa REDD+ indígena, que protege más de siete millones de hectáreas bajo control de pueblos originarios.
Ecuador apostará por una transición paulatina del petróleo hacia la minería de metales críticos manteniendo producción de hidrocarburos. Sus prioridades son reducir la deforestación, recuperar bosques y fomentar cultivos sostenibles.
Uruguay se mantiene firme en el multilateralismo, buscando combinar mitigación, adaptación y transferencia tecnológica para que América Latina hable con una sola voz y acceda a los recursos necesarios sin frenar su desarrollo, según María Fernanda Souza, directora nacional de Cambio Climático.
Bolivia llegará a la cumbre con una delegación técnica y prepara su posición nacional con énfasis en los impactos en la Amazonía boliviana. El presidente electo Rodrigo Paz buscará acreditar su propia delegación, aunque sin detalles aún.
La COP30 será una prueba clave para Latinoamérica, con necesidades urgentes de financiamiento justo y acciones claras para enfrentar la crisis climática y proteger biomas vitales como la Amazonía.


































