Las pastillas para adelgazar prometen resultados rápidos, pero su uso sin control médico puede poner en riesgo la salud, advierten expertos.
Estos productos, divididos en supresoras del apetito, bloqueadoras de lípidos y termogénicas, alteran funciones vitales como el metabolismo, el sistema nervioso y cardiovascular. Los efectos secundarios reportados incluyen taquicardia, insomnio, ansiedad, hipertensión y dependencia farmacológica. Además, pueden generar trastornos digestivos crónicos, deficiencia de vitaminas y daño hepático.
Las supresoras del apetito actúan sobre el sistema nervioso central reduciendo el hambre, pero alteran la neurotransmisión, lo que puede derivar en trastornos cardiovasculares y ansiedad. Las bloqueadoras impiden la absorción de lípidos y carbohidratos, provocando malnutrición, diarrea crónica y problemas inmunológicos. Las termogénicas elevan el gasto calórico en reposo, pero aumentan el riesgo de arritmias y fallo cardiaco.
El consumo impulsivo de estas pastillas, común entre personas que buscan evitar dietas y ejercicio, suele terminar en ciclos de pérdida y recuperación de peso, agravando el estado de salud. Sin cambios en hábitos alimenticios y actividad física, los beneficios son temporales y el riesgo, alto.
Desde la comunidad médica recuerdan que algunos medicamentos para obesidad severa son recetados bajo supervisión profesional como parte de tratamientos integrales. Pero alertan contra el consumo sin asesoría: “Las pastillas adelgazantes alteran procesos fisiológicos fundamentales y pueden desencadenar enfermedades crónicas más difíciles de tratar que la obesidad misma”, explica Surisaday Gutiérrez Altura, especialista en salud pública.
En contexto, la presión social por cuerpos estilizados fomenta el uso de estas pastillas como atajo, sin considerar daños a largo plazo. La clave para un peso saludable continúa siendo la educación, prevención, autoestima y autocuidado, con metas de bienestar integral y no solo cifras en la balanza.
Mientras tanto, autoridades sanitarias recuerdan que estos productos carecen de regulación estricta y estudios científicos sólidos que respalden su seguridad y eficacia, por lo que recomiendan prudencia absoluta.
