Este 6 de noviembre se cumplen 40 años desde uno de los episodios más trágicos de la historia de Colombia: la toma y posterior retoma del Palacio de Justicia en Bogotá.
El grupo guerrillero M-19, liderado por Carlos Pizarro Leongómez, asaltó el Palacio de Justicia, símbolo clave del poder judicial colombiano, que alojaba la Corte Suprema, el Consejo de Estado, la Corte Constitucional y el Consejo Superior de la Judicatura.
La insurgencia buscaba presionar al gobierno de Belisario Betancur por incumplimientos en los Acuerdos de Corinto, firmados un año antes para promover el diálogo y la desmovilización.
El enfrentamiento duró casi 48 horas entre el grupo armado y el Ejército Nacional, dejando un saldo oficial de 101 muertos y seis desaparecidos. Víctimas incluyeron magistrados, funcionarios, visitantes y militares. Sus familias aún demandan verdad y justicia.
Para mantener viva la memoria de lo ocurrido, el cine colombiano ha producido al menos tres películas que reconstruyen esta tragedia desde diferentes puntos de vista.
Noviembre, dirigida por Tomás Corredor, aborda las casi 27 horas de resistencia dentro de uno de los baños del Palacio. La historia centra la atención en el magistrado Manuel Gaona, víctima y figura clave del filme, que ha desatado polémicas por una tutela presentada por la familia del juez. Natalia Reyes y Santiago Alarcón protagonizan esta dura narración que está actualmente en cartelera nacional.
Siempreviva, estreno de 2015 bajo la dirección de Klych López, sigue a Julieta, inspirada en la desaparecida Cristina Guarín, quien trabajaba como cajera en el Palacio. La película describe la esperanza inicial que se convierte en la pesadilla de la desaparición y el trauma que atravesaron cientos de familias colombianas.
Salvador, de César Heredia, muestra la historia desde la mirada de un sastre del centro de Bogotá y una nueva ascensorista del edificio, atrapados en medio del caos. La película explora cómo la violencia del 6 de noviembre marcó la vida de ciudadanos comunes, forzándolos a enfrentar el miedo y la incertidumbre.
Estas producciones aportan piezas vitales para la memoria histórica de Colombia y ayudan a entender un capítulo doloroso que sigue resonando cuatro décadas después.
La toma y retoma del Palacio sigue siendo objeto de investigaciones y debates públicos que continúan buscando esclarecer las responsabilidades y brindar justicia a las víctimas.


































