Trinidad y Tobago puso a sus tropas en alerta máxima y ordenó el retorno inmediato a las bases luego del reciente despliegue militar de Estados Unidos en el Caribe, en una operación que Washington justifica como parte de la lucha contra el narcotráfico.
El gobierno estadounidense anunció el envío de fuerza armada para aumentar la presencia en la región, donde la lucha contra las redes de tráfico ilegal de drogas se ha intensificado en los últimos meses. La respuesta de Trinidad y Tobago no se hizo esperar: todos sus efectivos militares fueron llamados a prepararse ante posibles operaciones conjuntas o tareas de vigilancia reforzada.
Esta medida genera tensión en la zona, pues el Caribe es un punto estratégico para el tránsito de drogas hacia Norteamérica y Europa. La llamada “alerta máxima” en Trinidad y Tobago responde a la preocupación nacional de no ser excluidos o vulnerados en una región históricamente sensible por la intervención extranjera.
Hasta el momento, ni el gobierno de Trinidad y Tobago ni las autoridades de EE.UU. han confirmado detalles precisos sobre el alcance o duración de la operación. Sin embargo, la rápida movilización militar muestra que la escalada en seguridad está en marcha y con potencial impacto en toda la región caribeña.
La tensión llega justo cuando otros países vecinos enfrentan también incrementos en controles y vigilancia antidrogas, y la comunidad internacional observa con atención las repercusiones para la estabilidad y cooperación regional.
Por ahora, Trinidad y Tobago mantiene en alerta a sus fuerzas armadas, bajo la consigna de proteger su soberanía y garantizar control ante cualquier eventualidad vinculada a la ofensiva contra el narcotráfico que encabeza Estados Unidos en el Caribe.


































