Salir solo a recorrer un destino puede ser más que turismo, es una experiencia que impulsa la transformación interior, según especialistas consultados por Infobae.
El psiquiatra Diego López de Gomara, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, señala que viajar sin compañía permite reencontrar aspectos olvidados del propio ser. “No es convertirse en otro, sino recuperar algo perdido”, explicó. Alejarse de los roles cotidianos libera emociones y pensamientos nuevos que, en silencio, llevan a una profunda introspección.
“En el silencio, y en una ciudad lejana, se piensa y se siente distinto”, dijo López de Gomara, destacando el valor de evitar distracciones como el teléfono o las redes sociales para conectar con uno mismo.
Para la psiquiatra y psicoanalista Patricia O’Donnell, el viaje en solitario es una pausa para aumentar la autoestima y replantear decisiones vitales. “El encuentro con uno mismo es el verdadero destino”, señaló.
Sin itinerarios rígidos y dejando espacio para lo inesperado
Ambos expertos coinciden en que dejar espacios vacíos en el día, sin agendas apretadas, es clave para que sucedan aprendizajes reales. Lo imprevisto obliga a adaptarse y a tomar decisiones espontáneas que alimentan la creatividad y la libertad emocional.
O’Donnell subraya que la soledad y el silencio abren puertas a la inspiración, a superar bloqueos personales y a sentir seguridad y resiliencia. A veces basta con sentarse en un café nuevo o caminar sin rumbo. No es necesario un viaje extremo para lograr cambios profundos.
López de Gomara concluye que sostener la propia presencia en soledad, sin necesidad de ser observado, es una lección esencial del viaje individual. La incomodidad inicial frente al vacío es el punto de partida para crecer.
El viaje en solitario, como bien lo muestran películas como “The Dove”, no es solo movimiento geográfico sino un proceso para enfrentarse a uno mismo y abrir paso a nuevos caminos.
