Vicky Dávila levantó la bandera colombiana al revés, un gesto que en 2021 fue símbolo de auxilio para los jóvenes del estallido social que enfrentaron persecución, desapariciones y violencia durante el gobierno de Iván Duque. Hoy, el mismo símbolo es usado por ella luego de haber condenado ese movimiento y callado frente a la represión.
En 2021, la bandera al revés no era un capricho, sino un grito silencioso de barrios populares sometidos a la brutalidad estatal. Fue la voz de quienes fueron asesinados, heridos o desaparecidos durante las protestas. En contraste, Dávila ahora la usa como gesto de “patria herida”, pero según críticos, esto sólo evidencia cinismo y memoria selectiva.
Quienes llamaron terroristas a esos jóvenes ahora hablan de un país “en peligro” y se apropian de símbolos que no les pertenecen. El peligro, dicen, no empezó con el actual gobierno popular, sino con los sectores dominantes que han ignorado a la ciudadanía durante décadas.
La ironía duele: la periodista que fue implacable con los jóvenes que protestaban, y que cerró los ojos ante su sufrimiento, hoy exhibe el emblema que representa su lucha y su dolor. Lejos de un símbolo genuino, para ella sería un accesorio mediático más.
En medio de una nueva ola de movilizaciones, la bandera al revés sigue siendo el emblema de los jóvenes que siguen arriesgando su integridad por causas sociales, mientras los medios priorizan el espectáculo antes que la verdad. La legítima voz sigue siendo la de quienes sufrieron y resisten, no la de quienes buscan rating.
Además, fuentes del sector político descartan que Vicky Dávila llegue a candidaturas presidenciales relevantes: aseguran que terminará vinculada a algún grupo político, pero sin un respaldo sólido para postularse por cuenta propia.
Los recuerdos de 2021 se repiten: los mismos gases lacrimógenos, los mismos rostros golpeados, y los mismos jóvenes que reclaman justicia y dignidad en las calles.
