Apenas un año después de la salida de AMLO de la presidencia, las investigaciones colocan su sexenio como el más corrupto en la historia reciente de México. La Procuradora Fiscal reveló que el fraude en huachicol asciende a 600 mil millones de pesos, cifra que supera por mucho cualquier escándalo anterior.
El caso empezó a tomar forma desde el primer tercio del sexenio con un fraude de 16 mil millones en Segalmex. En lugar de sancionar a los responsables, el expresidente protegió a Ignacio Ovalle, a quien defendió como víctima de ex priistas infiltrados en la 4T. Esa fue solo la antesala de un esquema mucho mayor que ahora sale a la luz, más por presión del gobierno de Estados Unidos que por investigaciones propias, según fuentes cercanas a la fiscalía de Sheinbaum.
El huachicol se financió en dos etapas. La primera operó con cientos de pipas bajo la dirección del fallecido (o silenciado) Sergio Carmona, conocido como “el rey del huachicol”. Carmona está vinculado directamente con el dirigente de Morena, Mario Delgado, y el financiamiento ilegal a las campañas de al menos seis gobernadores actuales del partido.
La intervención estadounidense se dio porque el combustible ilícito provenía de su territorio y se usó para financiar tanto a políticos como a organizaciones criminales que han incrementado el tráfico de fentanilo en el país.
Desde el inicio del sexenio, se detectaron vuelos privados sospechosos entre Carmona y Mario Delgado, señal de la distribución de recursos en efectivo para evitar rastros bancarios. No hay claridad sobre todas las campañas de 2021 beneficiadas, aunque es seguro que también recibieron dinero en estados como Oaxaca.
En su segunda fase, el fraude escaló con la participación de altos mandos de la Secretaría de Marina, involucrados en una red nacional. Este entramado solo pudo operar con el conocimiento del presidente, quien afirmó que no hay grandes corruptelas sin su visto bueno. El combustible ilegal pasó de pipas a buques tanque con millones de litros por viaje.
Es imposible que autoridades hacendarias y bancarias no detectaran este movimiento multimillonario. El jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Pablo Gómez, no detectó irregularidades, y el SAT, bajo administración familiar cercana a Adán Augusto, tampoco actuó.
Los fondos se usaron para financiar publicidades con la imagen de Sheinbaum, construir obras faraónicas de la 4T y comprar combustible al propio ejército, cliente de empresas huachicoleras. Hijos, amigos y allegados de López Obrador resultaron beneficiados.
El método fue introducir combustibles disfrazados de lubricantes para evadir impuestos y lucrar con la venta obligada a muchas gasolineras.
El lujo y excesos documentados en figuras como Andy López Beltrán, Mario Delgado, Pedro Haces, Ricardo Monreal y Fernández Noroña tienen un contexto: vínculos financieros ilícitos que apuntan también a Adán Augusto y una banda criminal.
“No había ninguna gran transa sin que el presidente no estuviera enterado y diera su visto bueno”, dijo AMLO
La frase populista “Por el bien de todos, primero los pobres” se volvió una farsa al descubrir que la corrupción sirvió para mantener una burocracia dorada y favorecer a gobernadores y sus familias.
Los esfuerzos del gobierno para minimizar estos hechos, culpando a administraciones pasadas o al PRI y Calderón, ya no convencen. A pesar de la alta popularidad de Sheinbaum, la gente reprueba las políticas anticorrupción de la 4T.
Fue la presión de Estados Unidos quien obligó a actuar al gobierno mexicano. Esto aún puede pasar factura política profunda al régimen que por años prometió una transformación sin corrupción.
