Los New York Jets están en crisis tras comenzar la era de Aaron Glenn con cinco derrotas consecutivas, algo sin precedentes en sus más de seis décadas de historia.
Este domingo sufrieron un duro golpe en casa, perdiendo 37-22 ante los Dallas Cowboys en el MetLife Stadium. Glenn, conocido por su confianza y bravura, se mostró hoy reservado y se responsabilizó del mal arranque.
“Cuando sucede algo malo, la respuesta no es la adecuada, y tengo que reflexionar sobre ello… Todo empieza por mí. Lo sé. Así que tenemos que solucionarlo”, dijo el entrenador en la conferencia postpartido.
El problema principal está en la defensa, que bajo la dirección de Glenn y el coordinador Steve Wilks ha caído a niveles históricos. Por primera vez en la historia de la NFL, desde que se registran pérdidas de balón en 1933, un equipo no fuerza ni una sola pérdida en sus primeros cinco juegos.
Los Jets permiten 31.7 puntos por partido y se encaminan a romper el récord de mayor cantidad de puntos recibidos en una temporada para la franquicia. A pesar del desastre, Glenn mantiene su confianza en Wilks y descartó tomar el control defensivo personalmente.
En el partido se vieron superados claramente: permitieron corredores y receptores llegando a 100 yardas en la primera mitad, como Javonte Williams y el receptor Ryan Flournoy, un ex jugador de prácticas que tuvo su mejor actuación con 114 yardas.
Además, la línea ofensiva se veía diezmada sin cuatro titulares y solo consiguió una captura sobre Dak Prescott. La defensa falló 14 tacleadas costándoles 182 yardas de avance, según Next Gen Stats.
El ambiente se percibe desganado y la frustración crece. El esquinero Sauce Gardner confesó que el actual 0-5 les afecta emocionalmente y les quita el sueño.
“Me mantiene despierto por las noches, intentando procesarlo. Intento pensar en lo bueno que está pasando porque me cuesta dormir, intentando entender por qué no estamos ganando”, dijo Gardner.
Este arranque es el tercero peor en 30 años para los Jets. La presión sobre Glenn y el cuerpo técnico seguirá aumentando mientras la defensa, que fue un bastión en campañas pasadas, se convierte en un lastre mayúsculo para el equipo.
