La noche del 20 de octubre un operativo conjunto entre fuerzas federales y estatales en Culiacán terminó con la captura de seis presuntos integrantes de una célula criminal ligada a Los Chapitos y la muerte de su líder, Luis Ezequiel Rubio Rodríguez, alias “El Morral”.
El enfrentamiento ocurrió en un conjunto habitacional del sector Tres Ríos tras una denuncia anónima por presencia de hombres armados. “El Morral” abrió fuego contra las autoridades y fue abatido en el intercambio. Junto a él fueron detenidos varios operadores directos de la violencia urbana.
Entre los detenidos están José Manuel Álvarez García, conocido como “El Mono Canelo”, y Juan Carlos “N”, apodado “El Chango”, quienes ya habían sido capturados y liberados en diciembre pasado, confirmando la facilidad con la que miembros de esta red criminal reanudan actividades.
También quedaron bajo custodia Javier “G”, con vínculos previos con “El Mono Canelo”, además de Lino Aarón “N” y Jesús Iván “N”. Todos respondían a órdenes de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, uno de los líderes visibles de Los Chapitos en Sinaloa.
Durante el operativo las fuerzas de seguridad aseguraron ocho armas de fuego, incluyendo rifles de asalto y subametralladoras, más cargadores abastecidos y tres vehículos. Este armamento confirma la capacidad de fuego y organización que tiene la célula en la capital sinaloense.
“El Morral” estaba ligado a varios crímenes de alto impacto, como la masacre de nueve personas en el centro de rehabilitación Shaddai A.C. y el homicidio de la menor Danna Sofía, víctima de un tiroteo entre grupos rivales. Su nombre apareció además en una narcomanta en abril señalándolo como responsable de actos violentos en la región.
Esta no es la primera vez que las autoridades detienen a “El Morral” y su grupo. Su captura previa y liberación revelan las fallas estructurales del sistema penal para contener el crimen organizado.
Este operativo representa un golpe importante a un grupo que ha sembrado violencia en Culiacán, pero también expone la incapacidad para prevenir ataques armados con armas de guerra en zonas civiles como Tres Ríos.
La caída de “El Morral” ofrece un respiro temporal, pero la lucha entre células criminales y la inseguridad en Sinaloa continúan sin solución clara.
