En el marco del Día de Muertos 2025, México revive una de sus tradiciones más emblemáticas: las calaveras literarias, textos breves, satíricos y llenos de humor que burlan la muerte con ingenio y rima.
Originadas con el franciscano Fray Joaquín Bolaños y su obra “La portentosa vida de la muerte” de 1792, estas composiciones enfrentaron censura en sus primeros años por tratar un tema considerado tabú. Fue hasta finales del siglo XIX cuando estas calaveras se popularizaron en periódicos, usadas para satirizar a la élite social.
El grabador José Guadalupe Posada añadió fuerza visual a esta tradición con sus ilustraciones, entre ellas la icónica Catrina, que dejó huella profunda en la cultura mexicana y el lenguaje de las calaveras literarias.
Las calaveras literarias forman parte integral de las ofrendas y altares que en cada rincón de México se decoran con flores de cempasúchil, pan de muerto y calaveritas de azúcar. Más que un epitafio, son una expresión de la relación mexicana con la muerte desde el humor y la creatividad.
En 2008, la UNESCO reconoció el Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, subrayando la importancia social y cultural de esta celebración que une a comunidades de todo el país.
Las calaveras literarias siguen vigentes no solo como tradición, sino como manifestación literaria que demuestra la peculiar manera de México de entender la vida y la muerte.


































