La cosecha de cereal en Córdoba confirma un desplome alarmante en 2025, con una caída de hasta 25% respecto a 2024, anunció hoy Asaja Córdoba.
El duro golpe viene por la combinación de plagas, principalmente el mosquito del trigo, y las intensas lluvias prolongadas a principios de año que impidieron aplicar tratamientos esenciales en los campos. Muchos agricultores salieron confiados por las lluvias invernales que esperaban impulsaran sus cultivos, pero la realidad fue distinta.
El resultado: espigas vacías y un rendimiento muy por debajo del necesario para mantener la rentabilidad. Los números no mienten: el trigo duro rindió apenas 3,000 kilos por hectárea; el trigo blando, 4,000; y la cebada, 2,500 kilos, todos muy inferiores a años anteriores.
Además, la producción total de cereal cayó un 15% frente a previsiones iniciales y un preocupante 25% respecto a la cosecha de 2024. La situación se complica porque la regulación europea y estatal restringe el uso de productos fitosanitarios clave, dejando a los agricultores sin las herramientas necesarias para controlar plagas e infecciones.
“Nos están dejando sin herramientas”, alertó la patronal Asaja, quien exige revisar la estrategia de control fitosanitario y pide al gobierno frenar importaciones que hunden precios.
El impacto no se limita al cereal. El algodón sufrió bajas productivas por la plaga de Earias y las lluvias inoportunas: en muchos casos ni se cosechó. Los rendimientos apenas llegan a 1,200 kilos por hectárea, con precios bajos alrededor de 48 centavos de euro por kilo.
En girasol, la producción también retrocedió entre 10 y 15% en siembras tempranas, con 1,200 kilos promedio por hectárea. La ventaja llegó en el precio, con el girasol alto oleico a 545 euros por tonelada, un aumento frente a 435 euros en 2024.
Asaja Córdoba trasladó hace semanas una carta al Ministerio de Agricultura pidiendo medidas urgentes: restringir importaciones masivas, eliminar aranceles a fertilizantes rusos que encarecen la producción y otorgar ayudas directas para compensar sobrecostos.
Las condiciones climáticas adversas, el avance imparable de las plagas, las restricciones legales y la presión de un mercado saturado se combinan para formar “una tormenta perfecta” que amenaza el futuro agrícola de esta región clave.
Los agricultores miran con preocupación cómo un modelo que ha sostenido el campo cordobés por décadas enfrenta su peor crisis en años. La pregunta clave sigue sin respuesta: ¿cómo garantizar la viabilidad de estos cultivos ante tantos obstáculos?
