Cuba ya está en alerta máxima ante la llegada del huracán Melissa, catalogado como el tercero más potente en la historia del país y el más fuerte de la actual temporada.
Los vientos sostenidos se calculan cerca de 297 kilómetros por hora, un nivel que supera el impacto de huracán Katrina en 2005. La zona más amenazada es el oriente del país, concretamente cinco provincias donde se esperan daños materiales severos.
En Santiago de Cuba la población ha reducido al mínimo su actividad en las calles. El gobierno cubano ordenó evacuaciones masivas para proteger a miles de personas en áreas vulnerables a inundaciones y derrumbes. Maquinaria está siendo usada para reforzar infraestructuras clave antes del embate del fenómeno.
“Nos estamos preparando con todos los métodos de seguridad, limpiando y podando árboles para proteger calles y viviendas”, dijo un residente de Santiago a RT.
Miguel Díaz-Canel, presidente cubano, instó a la población a mantenerse en sitios seguros y a respetar las evacuaciones. Advirtió que, tras el paso de Melissa con su “efecto devastador”, no habrá tiempo para improvisar. El mandatario explicó que los vientos pueden destruir cualquier estructura que no esté preparada para enfrentarlos.
“Hemos evacuado a una alta cifra de personas, especialmente las que viven en zonas inundables, y pedimos no abandonar los refugios antes de tiempo”, señaló Díaz-Canel.
Aunque el gobierno reconoce que habrá daños significativos, asegura que cuentan con capacidad para la recuperación rápida de la producción de alimentos, viviendas y economía nacional una vez pase la tormenta.
Melissa es uno de los huracanes más fuertes del Atlántico en más de un siglo y llega en un momento delicado para Cuba, que aún enfrenta retos por eventos climáticos recientes en la región.
La vigilancia meteorológica y los preparativos continúan mientras las autoridades refuerzan los protocolos de emergencia para minimizar riesgos humanos.


































