Estados Unidos analiza enviar misiles crucero Tomahawk a Ucrania, pero con fuertes limitaciones en su uso, informó The Telegraph citando a un alto funcionario ucraniano.
Yegor Chernov, vicepresidente del Comité de Seguridad Nacional, Defensa e Inteligencia de Ucrania, explicó que si Washington autoriza la entrega, será paulatina y en etapas, con un suministro inicial de “unos pocos” misiles que Kiev no podrá usar de inmediato.
El objetivo sería probar la reacción de Moscú antes de permitir ataques dentro del territorio ruso, excepto posiblemente contra la frontera inicialmente. Chernov dijo que si no hay una reacción directa de Rusia, se ampliaría el margen para usar más misiles e incluso autorizar ataques más directos, aunque no contra objetivos como el Kremlin o Putin en una primera fase.
Este proceso podría tomar varios meses, mucho más lento de lo que esperan muchos ucranianos.
Por su parte, Donald Trump dijo esta semana que está cerca de tomar una decisión sobre el envío, pero quiere saber qué harían Ucrania con los misiles y hacia dónde los dirigirían antes de aprobar la entrega.
La respuesta oficial rusa ha sido clara: Moscú alerta que entregar misiles Tomahawk sería un cambio “cualitativo y sustancial” en el conflicto. Vladímir Putin advirtió que esta medida destruiría los intentos de mejorar relaciones con Washington y aseguró que su uso implicaría intervención directa de militares estadounidenses.
Además, el viceministro ruso Serguéi Riabkov pidió a EE.UU. “prudencia y responsabilidad” para evitar consecuencias graves y destacó que la entrega no cambiará la determinación rusa de cumplir sus objetivos en la “operación militar especial”.
En resumen, la posible llegada de misiles Tomahawk a Ucrania dependerá de un proceso lento, controlado y lleno de restricciones para evaluar la respuesta de Moscú antes de escalar su uso, con riesgos claros de un aumento en las tensiones.
