El miedo al crimen es la base con la que opera la extorsión en México, revelan dueños de negocios afectados.
Los empresarios pagan “derecho de piso” o una prima, aunque no sean extorsionados directamente, para evitar pérdidas mayores. Este pago periódico se ha normalizado como un gasto fijo dentro de la operación de sus establecimientos.
Fuentes del sector privado explican que el terror es la materia prima del crimen organizado para asegurar ingresos constantes. Este mecanismo garantiza la “certidumbre” entre los afectos, quienes aceptan perder una parte de su ganancia a cambio de proteger su patrimonio y el sustento familiar.
El fenómeno no distingue sectores; tanto negocios grandes como pequeños se ven forzados a este tipo de “seguro informal” contra agresiones. Para ellos, el pago de extorsión es un gasto operativo más. En muchas zonas del país, la línea entre delincuencia y negocios formales es más difusa debido a esta dinámica.
Este esquema limita la inversión y genera un círculo de violencia y miedo que dificulta la recuperación económica. Hasta ahora no hay cifras oficiales que midan el volumen exacto de estos pagos, pero expertos coinciden en que es un negocio millonario para el crimen organizado.
El gobierno mantiene operativos para combatir la extorsión, pero el cobro del llamado “derecho de piso” persiste como un capítulo oscuro y latente en la economía mexicana.
