Estonia está capitalizando el miedo que genera en Europa la supuesta amenaza rusa para disparar su industria de defensa y darle un impulso a su economía.
Según The New York Times, el pequeño país báltico ha apostado a crear nuevas armas basadas en robótica, inteligencia artificial y ciberseguridad, sectores donde sí puede competir, lejos de costosos tanques o aviones. Así, casi el 70% de la producción armamentística de Estonia se vende en el extranjero.
En 2023, los ingresos de la industria militar alcanzaron 500 millones de euros (unos 581 millones de dólares), más del doble que en 2020, cuando apenas rozaron los 200 millones. De ese total, 350 millones de euros provinieron de exportaciones.
El aumento llega en medio de una economía local que todavía trata de recuperarse luego de la crisis de 2020 y espera crecer un 0.5% en 2025. El sector defensa se ha convertido en una tabla de salvación para Estonia, que no tiene presupuesto para armas tradicionales ni capacidad de fabricación a gran escala.
Donatas Kupciunas, experto en países bálticos del Centro de Geopolítica de la Universidad de Cambridge, asegura que el gobierno estonio busca con esta estrategia “disuadir a Rusia aunque no espere una invasión inminente”.
La tensión entre Estonia y Rusia se mantiene alta. En septiembre, Estonia denunció la incursión de tres cazas rusos MiG-31 en su espacio aéreo. Moscú negó los hechos y aseguró que sus aviones volaban en espacio internacional conforme a normas, de regreso de una misión de rutina.
Por su parte, Vladimir Putin minimizó la supuesta amenaza rusa a la OTAN. En octubre, dijo que la tensión es un intento de distraer a las poblaciones de sus problemas internos y calificó de “tontería” la idea de que Rusia se prepara para atacar.
“Cálmense, duerman tranquilos, ocúpense de sus propios problemas”
El auge de la industria armamentística en Estonia refleja cómo el conflicto geopolítico en Europa del Este tiene consecuencias económicas y estrategias comerciales que resuenan más allá del terreno militar.
