Un reciente estudio ha probado que los músicos no solo toleran mejor el dolor, sino que su cerebro presenta cambios específicos que reducen su percepción. Investigadores liderados por Anna M. Zamorano publicaron en la revista Pain los resultados obtenidos tras inducir dolor temporal en la mano de músicos y no músicos a través de una inyección de una proteína neurológica.
Al experimentar dolor neuropático, los voluntarios no músicos mostraron alteraciones significativas en el mapa cerebral que controla los movimientos de la mano. En contraste, los músicos mantuvieron ese “mapa corporal” prácticamente intacto, además de reportar niveles de dolor mucho menores. Esto sugiere que la alta exigencia física y mental de sus prácticas musicales entrena su cerebro para adaptarse y resistir mejor el dolor.
El estudio utilizó estimulación magnética transcraneal para evaluar la actividad y cambios en la corteza motora, zona responsable del control de la mano. Durante el dolor, la corteza motora suele disminuir su actividad para evitar movimientos que empeoren una lesión. Sin embargo, en músicos esta inhibición no fue tan marcada, lo que permite seguir ensayando a pesar de las molestias.
Además, se observó que cuanto más frecuentes e intensos son los ensayos, más protegido queda el mapa cerebral contra las alteraciones por dolor. Los investigadores afirmaron que aunque este mecanismo no reemplaza analgésicos, abre la puerta a entrenar el cerebro para manejar mejor el dolor en otras tareas.
El hallazgo es un paso clave para comprender por qué algunas personas lidian mejor con el dolor y cómo podrían desarrollarse nuevas terapias que no dependan únicamente de medicamentos tradicionales. También explica por qué músicos continúan tocando pese al dolor causado por sus repetitivos movimientos poco naturales.
