La clase media en Argentina sigue perdiendo peso tras cuatro décadas de altibajos económicos que erosionan el ingreso y la capacidad de ahorro familiar. Un análisis reciente destaca que la combinación de inflación crónica, crisis recurrentes y fluctuaciones cambiarias ha afectado severamente a este segmento clave para el consumo y la estabilidad social.
Según el estudio, la definición de clase media se basa en ingresos entre el 50% y el 150% del promedio per cápita, acceso a vivienda digna, educación al menos secundaria, cobertura médica formal y capacidad de cubrir gastos no indispensables. Sin embargo, las condiciones para mantenerse en esa categoría cambian con la inflación y el aumento de costos en bienes y servicios.
El Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) ajustó sus parámetros para reflejar mejor la realidad social y económica, pero la clase media sigue encogiéndose. Esta pérdida tiene consecuencias directas: menor inversión en educación, menor demanda en el mercado formal y menos confianza en las instituciones, de acuerdo con Focus Market, que dirigió el análisis.
El peso argentino perdió mucho valor en las últimas décadas, y con la dolarización de precios en bienes durables —como viviendas y autos— una proporción importante de hogares medianos quedó excluida del mercado de activos. Esto bloquea la acumulación patrimonial fundamental para la movilidad social.
El documento señala que para revertir la tendencia se requiere restaurar estabilidad macroeconómica con inflación baja y previsible. También se necesita una agenda que fomente competitividad, productividad, empleo registrado y educación de calidad, factores que combinados podrían reconstruir el tejido social y económico de clase media.
El deterioro de este sector genera un círculo vicioso: menos consumo, mayor desconfianza, y una sensación cada vez más arraigada de fragilidad y desesperanza. Sin un cambio estructural, las crisis seguirán afectando a millones y al propio sistema económico argentino.
Las fluctuaciones internacionales y la falta de un crecimiento estable cortaron el acceso a oportunidades. Cada expansión económica termina en crisis de deuda o inflación, afectando directamente los ingresos reales y el empleo formal. Esto se refleja en una clase media con menor capacidad para planificar a futuro o asegurar el bienestar familiar.
En suma, la clase media argentina sigue siendo un motor social y económico, pero hoy lucha con la erosión constante de sus recursos y expectativas, en una dinámica que especialistas llaman insostenible sin reformas profundas.


































