Esta semana un grupo de al menos cuatro ladrones ejecutó un robo espectacular en el Museo del Louvre en Francia. Usando una grúa teleférica, lograron acceder al segundo piso por un ventanal de la galería de Apolo y robaron ocho joyas de la corona francesa valuadas en 88 millones de euros. El golpe, ocurrido el 19 de octubre, dejó desconcertadas a las autoridades por su audacia y planificación.
El Louvre, que ya había sido blanco de uno de los robos más famosos de la historia cuando la Mona Lisa fue robada en 1911 por un empleado que quiso regresar la obra a Italia, enfrenta otra pérdida de piezas únicas y millonarias. En ese robo, la pintura estuvo desaparecida casi dos años hasta que fue recuperada.
No es la primera vez que museos y centros financieros de Europa son víctimas de robos de alto impacto. En diciembre de 2002 ladrones entraron al Museo Van Gogh tras romper ventanas y huyeron disfrazados antes de que la policía llegara. En febrero de 2003, cuatro delincuentes vaciaron 189 cajas con diamantes en el Centro Mundial de Diamantes en Amberes, Bélgica, por un valor cercano a los 100 millones de dólares. Dos fueron capturados, pero el botín nunca apareció.
Casos como el robo al tren de Glasgow a Londres en 1963, en donde una banda de 15 hombres detuvo el transporte con una señal falsa y se llevó 2.6 millones de libras, demuestran que los delincuentes planean con precisión y riesgo extremo. En Francia, también destacó el robo en 1976 a la bóveda del Banco Société Générale en Niza, donde un túnel y una alarma falsificada facilitaron el acceso a la bóveda.
En América, México recuerda la desaparición del secuestrador Dan Cooper en 1971. Tras secuestrar un avión y exigir un rescate de 200 mil dólares, pidió volar a México y desapareció en pleno vuelo. Nunca se le encontró.
Estos robos revelan la creatividad y el ingenio en la delincuencia organizada mundial. Muchas piezas jamás son recuperadas y se venden en el mercado negro o permanecen ocultas en colecciones privadas. El reciente golpe al Louvre pone a Europa nuevamente en alerta por la seguridad de sus tesoros culturales y financieros.
Las autoridades francesas continúan la búsqueda de los responsables y del botín, mientras la comunidad mundial observa el impacto de otro gran atraco a la historia y patrimonio.


































