Rodrigo Paz asumió la presidencia de Bolivia este sábado con una promesa clara: el país dejará atrás dos décadas de aislamiento internacional. En un giro político significativo, el nuevo mandatario centroderechista anunció el restablecimiento inmediato de relaciones diplomáticas con Estados Unidos.
Paz toma el poder después de más de 20 años de gobiernos de izquierda que dejaron las relaciones exteriores con Estados Unidos suspendidas. Su mensaje fue contundente: “Nunca más Bolivia estará aislada del mundo”.
Este cambio marca un vuelco en la política boliviana que podría tener impactos directos en la región, sobre todo en términos de cooperación económica y seguridad. Los próximos pasos incluyen la reapertura de embajadas y el reinicio de diálogo bilateral, esquemas que se habían congelado durante años.
Analistas internacionales ven este movimiento como un intento de Paz para reposicionar a Bolivia en la arena global y buscar alianzas estratégicas que impulsen el desarrollo nacional.
La ceremonia de investidura se realizó sin incidentes y contó con representantes de varios países de América Latina, aunque destacan las expectativas puestas en la relación con Washington.
Este anuncio llega en un contexto regional donde otros gobiernos centroderechistas buscan estrechar vínculos con Estados Unidos, en contraste con las políticas anteriores de nacionalismo y distanciamiento.
Con esta jugada, Rodrigo Paz inicia una etapa que cambiará el rumbo diplomático de Bolivia y podría impactar en el equilibrio político del continente.


































