México prepara un incremento importante al Impuesto Especial sobre Producción y Servicios (IEPS) para las bebidas azucaradas, que casi se duplicará de 1.6451 a 3.0818 pesos por litro a partir de 2026. La medida busca desincentivar el consumo de productos con alto contenido calórico, en línea con recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud.
Pero expertos advierten que el aumento de impuestos por sí solo no garantiza mejoras significativas en indicadores de salud pública como el Índice de Masa Corporal o la obesidad. Una investigación reciente difundida por la editorial londinense Dovepress advierte que sin políticas complementarias, como educación nutricional y transparencia en el uso de los recursos recaudados, estos impuestos podrían limitarse a un mecanismo recaudatorio.
El fenómeno de la inelasticidad explica parte del problema: aunque suba el precio, la preferencia por estos productos puede mantenerse. Además, hay poca claridad sobre cómo se reinvierten los impuestos en programas de salud.
Desde que se introdujo el impuesto en 2014, según un informe del Banco Mundial, las compras de bebidas endulzadas cayeron 6% en el primer año y 9.7% en el segundo, con reducciones mayores en hogares de bajos ingresos. Sin embargo, la recaudación general del IEPS, incluida esta categoría, permaneció estable y continuó creciendo, reporta el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).
La propuesta fiscal para 2026 contempla incluir también en el esquema impositivo a productos con edulcorantes usados en bebidas procesadas. Esto busca ampliar el alcance para desincentivar alternativas bajas en calorías o sin azúcar que podrían reemplazar a los productos gravados actualmente.
Especialistas insisten en que la obesidad es un problema multifactorial, influido por genética, entorno social y emocional, y que requiere un enfoque multidisciplinario. Sin educación y políticas integrales, la alianza de gobiernos y sociedad es clave para lograr una reducción real y sostenida en las tasas de sobrepeso y obesidad.
