José Antonio, taxista en la Ciudad de México, contó cómo salió ileso de un intento de robo en mayo pasado en la colonia Guerrero.
La noche había caído cuando recogió a un pasajero en la calle Luna con Zaragoza. Aunque algo le hizo sospechar, ya tenía al cliente arriba y no pudo bajarlo.
“Eran como las diez de la noche, su aspecto me dio miedo, y aunque intenté platicar para calmarme, sólo respondía ‘sí’ y se quedó callado”, relató José Antonio.
Durante el trayecto, el chofer se dio cuenta que el pasajero escaneaba todo con la mirada, lo que aumentó su nerviosismo. Al llegar al destino, encontraron a un grupo de al menos 10 jóvenes con aspecto intimidante.
“Ya valió, me dijo, te bajas y te pasas para atrás”, recordó. Justo antes de que José Antonio bajara, un convoy de policía llegó y comenzó a revisar a los jóvenes, lo que alteró el plan.
Aliviado, el conductor siguió dos calles más y ahí el pasajero abandonó el taxi. “Si no llega la policía, me hubiera quedado sin nada”, concluyó José Antonio, quien se considera “suerteado” por esta intervención oportuna.
Este intento de robo evidencia los riesgos que enfrentan los taxistas en zonas como la Guerrero, donde la inseguridad sigue siendo un reto diario para trabajadores y vecinos.
