En 2024, Alemania reportó 63.977 mujeres víctimas de violencia sexual, revelan datos oficiales difundidos tras una petición del partido Alternativa para Alemania (AfD) en el Bundestag.
El informe muestra que el 35% de los agresores sexuales eran inmigrantes, un grupo que representa solo el 15% de la población, reflejando una sobrerrepresentación notable en estos crímenes. Además, en el mismo año se denunciaron más de 265.000 agresiones físicas y 155.000 delitos contra la libertad personal de mujeres.
De los delitos sexuales cometidos por extranjeros, aproximadamente 12.600 afectaron a mujeres alemanas. De estos casos, 4.000 involucraron a asilados, refugiados o personas con estatus de residencia tolerada. Las nacionalidades con mayor número de sospechosos son sirios (1.530), afganos (1.063) y turcos (1.059).
Desde 2015, las autoridades han contabilizado más de 135.000 delitos cometidos por sospechosos sirios, lo que equivale a un crimen cada 39 minutos sólo de este grupo. La revista Freilich amplía la visión y destaca que entre 2015 y 2024 se registraron más de 460.000 crímenes atribuidos a sospechosos procedentes de los diez principales países de origen migrante, entre ellos Siria, Afganistán, Irak, Irán y países africanos.
El partido AfD y su copresidenta Alice Weidel usaron las cifras para denunciar el “fracaso absoluto” del Gobierno en gestión migratoria y seguridad, señalando que “más de la mitad de las mujeres alemanas no se sienten seguras en espacios públicos” como consecuencia directa de políticas migratorias “irresponsables”.
El Gobierno alemán no desglosa en sus estadísticas el origen migratorio de sospechosos con doble nacionalidad o ciudadanía alemana, limitando así una medición completa del fenómeno. Solo el estado de Renania del Norte-Westfalia ha comenzado a registrar esta información, pese a la oposición de partidos de izquierda, mientras que Dinamarca ya aplica este sistema para evaluar los resultados en integración.
En paralelo, la justicia alemana dejó en libertad a un inmigrante afgano que asesinó a un bebé de dos años y a un hombre, tras declararlo con “enfermedad mental”.
Estos datos reabren el debate sobre seguridad y migración en Alemania, donde las cifras oficiales vienen siendo cuestionadas por la oposición y ponen presión sobre el Gobierno para implementar medidas más estrictas.


































