Sevilla.- Asaja-Sevilla ha rebajado las previsiones de producción para la campaña de aceituna de mesa de este año a 495.000 toneladas, un 7% menos que el año pasado y un 3% por debajo de la media de los últimos cinco años. El recorte se atribuye a la falta de lluvias y a las olas de calor que han afectado a las principales zonas productoras durante cinco meses consecutivos sin precipitaciones.
La cifra fue anunciada este miércoles durante la 43ª Jornada de Aceituna de Mesa, celebrada en la sede de Olivarera San José de Lora de Estepa S.C.A., en un encuentro que reunió a más de un centenar de agricultores. La campaña también presenta retrasos, alertó Asaja-Sevilla.
Juan Ruíz, presidente de Olivarera San José, reconoció que la última campaña no fue fácil y pidió a los olivareros “seguir luchando por un olivar sólido, innovador y sostenible”.
Por su parte, María Isabel Solís, delegada territorial de Agricultura de la Junta de Andalucía, destacó la importancia económica y social del sector. “Sevilla es la primera provincia productora de Andalucía y España en aceituna de mesa”, afirmó, y reclamó un frente común entre sector y administración para defender su valor. Solís lamentó que la agricultura sea “moneda de cambio” en otras negociaciones y remarcó su papel clave en crisis como la guerra y la pandemia para garantizar alimentos.
Desde Asaja, su secretario general Eduardo Martín detalló que las existencias iniciales en almacén son de 321.000 toneladas, un 6% menos de lo habitual. La causa principal del descenso en la producción es la adversa climatología: cinco meses sin lluvias, temperaturas récord de calor y ninguna previsión de agua a corto plazo.
La jornada contó con el apoyo de la Diputación de Sevilla, la Fundación Caja Rural del Sur y ASEGASA, entidades que financian y colaboran en el sector.
Este descenso en la producción de aceituna de mesa amenaza con impactar en los precios y en la estabilidad de un mercado que genera miles de empleos directos e indirectos en Sevilla y en toda Andalucía.
La campaña avanza con incertidumbre ante un escenario climático adverso que, de no cambiar, seguirá lastrando a los agricultores y a la economía rural.
