Todos los seres vivos tienen un lugar donde buscar protección y tranquilidad. Desde animales hasta humanos, el refugio es clave para enfrentar las inclemencias y descansar del estrés cotidiano.
Los animales usan nidos, guaridas, madrigueras o simples ramas para protegerse. En España, como en el resto del mundo, el hogar humano cumple la misma función. Cuatro paredes y un techo forman ese espacio fundamental donde dejar atrás las presiones sociales.
En ese refugio simple se cuelgan las “corse” simbólicas de las imposiciones sociales. La vivienda, ya sea modesta o lujosa, es donde las personas recuperan su intimidad y seguridad.
Esta comprensión básica del hogar como espacio de amparo sirve para entender muchas problemáticas sociales, desde la falta de vivienda hasta la sobrepoblación en pisos compartidos, aunque el texto original no lo menciona expresamente.
En definitiva, refugiarse no es solo cuestión de especies, sino un acto básico de supervivencia y bienestar.
