Brasil pone en marcha una estrategia para recuperar tierras degradadas y evitar la deforestación en su principal región agrícola. En la hacienda Biancon, en Mato Grosso, una finca de 45.000 hectáreas que cultivaba soja, algodón y maíz, se llevan tres años restaurando cerca de 4.000 hectáreas dañadas por la ganadería intensiva.
El proyecto Reverte, impulsado por la multinacional china Syngenta, combina tecnología, experiencia técnica y financiación para rehabilitar suelos abandonados. Según Gabriel Moura, coordinador de sostenibilidad de Syngenta Brasil, usar tierras improductivas para cultivar frena la presión sobre la selva amazónica y contribuye a la seguridad alimentaria y la lucha contra el cambio climático.
“Cuando incentivamos a un productor a usar un área abandonada como forma de producción, frenamos la presión de esa deforestación sobre la selva”, explicó Moura a Sputnik.
Para facilitar la recuperación, el banco Itaú ofrece préstamos a agricultores que solo deben devolverlos tras tres años, tiempo durante el que la tierra se recupera. A cambio, los terratenientes deben conservar no solo el 50% mínimo de vegetación nativa que exige la ley, sino también preservar lo que legalmente podrían talar.
Desde el inicio del programa, se han sumado 96 propietarios rurales de 11 estados brasileños, recuperándose ya más de 277.800 hectáreas según datos oficiales. Se estima que Brasil tiene cerca de 80 millones de hectáreas improductivas, de las que la mitad podrían rehabilitarse con esta fórmula.
Mato Grosso, la antigua selva amazónica del centro-oeste del país, ve como la producción agrícola crece sin expandirse sobre nuevos terrenos forestales. Los cultivos rotativos de soja, algodón y maíz permiten aprovechar mejor cada parcela.
La iniciativa busca cambiar el modelo tradicional en Brasil, donde la agricultura suele avanzar sobre selvas nativas. Si el proyecto Reverte escala, podría aliviar la presión sobre el Amazonia y convertirse en un ejemplo global en la restauración de ecosistemas para usos agrícolas.
