El mecanismo de quema de tokens en XRP, único mediante comisiones de transacción en la red Ripple, pierde fuerza y cuestiona la narrativa de escasez que sustentaba su potencial alcista.
A diferencia de otras criptomonedas como Ethereum, que implementó el sistema automático EIP-1559, o Shiba Inu, con campañas comunitarias para destruir tokens, XRP solo quema una fracción mínima de cada transacción. Esta cantidad, que apenas supera unos centavos por operación, se ha desplomado en los últimos tres meses.
El 21 de septiembre, el nivel de quema llegó a apenas 163 XRP en toda la red, una cifra marginal frente a los picos registrados en julio y principios de agosto. La caída sostenida evidencia que el suministro total de criptomonedas no se reduce al ritmo necesario para alimentar la escasez en el mercado.
Además, XRP mantiene una alta oferta cercana a los miles de millones en circulación, sin ningún incentivo protocolar o comunitario para acelerar la destrucción de tokens. Esto mantiene intacta la masa monetaria y afecta directamente la percepción de valor a largo plazo.
En el análisis técnico, XRP está atrapado en un canal descendente, con niveles de soporte críticos que podrían derrumbarse, aumentando la presión bajista sobre el precio. La teoría de escasez, que solía sostener proyecciones optimistas, pierde peso ante este contexto.
Las únicas fuerzas que podrían impulsar un crecimiento sostenido ahora mismo son la especulación y la adopción institucional. Sin un avance claro en el uso del XRP Ledger, la oferta permanecerá estable, disminuyendo las expectativas de valorización basada en la quema.
Este debilitamiento deja a XRP en desventaja respecto a otras criptomonedas que han evolucionado con modelos más eficientes y transparentes para controlar su suministro. Para los inversores, es hora de revaluar sus apuestas y expectativas frente a la realidad del ecosistema Ripple.
