Dos mujeres que se hacían pasar por santeras en Vecindario están bajo investigación tras estafar 60.800 euros a una víctima desesperada por la enfermedad de un familiar.
La Guardia Civil abrió el caso después de que “Rocío” —nombre ficticio para proteger su identidad— denunciara que las presuntas curanderas la obligaron a ella y a su familiar a participar en rituales brutales y a entregar grandes sumas de dinero y joyas.
Según la denuncia y la abogada de la víctima, Sara Grondona, del despacho Vokse Abogados, las santeras usaron amenazas, coacciones y violencia física para aprovecharse del miedo y la vulnerabilidad de Rocío. El familiar, afectado por depresión, fue sometido a cortes en la espalda, golpes y forzado a tocar gallos muertos durante los rituales.
Todo comenzó tras un vídeo en redes sociales donde las mujeres se presentaban como sanadoras. La víctima pagó inicialmente 5.800 euros. Después, estos supuestos rituales exigieron nuevos pagos: 6.000 euros para un “palero mayor” y más dinero y joyas para “purificar” a los afectados. Cuando Rocío pidió que le devolvieran las alhajas entregadas, le respondieron con nuevas amenazas y exigencias económicas.
La presión escaló hasta que las santeras llegaron a pedirle la renta de una villa con piscina y billetes de avión en primera clase a Houston para continuar con sus supuestos rituales de “purificación”.
Rocío finalmente rompió el contacto y denunció el caso a la Guardia Civil del puesto principal de Vecindario. La investigación cruzó datos entre bases policiales, entidades bancarias y compañías telefónicas para identificar y detener a las implicadas, que comparten domicilio en la localidad canaria.
Las mujeres están acusadas de delitos de estafa, apropiación indebida, coacciones y lesiones. Se sospecha que podrían existir otras víctimas, por lo que la policía no descarta nuevas detenciones.
“Su objetivo es que la gente que tenga vergüenza de denunciar se atreva a hacerlo”, explicó la abogada Sara Grondona.
Las acusadas están en libertad provisional, a la espera de juicio mientras continúa la instrucción del caso, que ha destapado una trama que mezclaba superstición, abuso y delito en plena crisis personal de la víctima.
