Carlos Mazón anunció este lunes por la mañana que dará un paso atrás como presidente de la Generalitat Valenciana, pero la renuncia no fue inmediata ni clara desde un principio. A las nueve de la mañana, Mazón habló ante los medios, con una autocritica mínima y ataques al Gobierno central, pero sin pronunciar expresamente la palabra “dimisión”. Se limitó a anunciar una baja médica que dejaría la gestión en manos de su equipo mientras él controlaba desde dentro la sucesión, buscando negociar personalmente con Vox.
Este movimiento se interpreta como una “dimisión en diferido”, un intento de aliviar la presión tras semanas de desgaste, pero sin dejar el poder completamente. Sin embargo, seis horas después de esa primera comparecencia, Mazón formalizó su renuncia en las Corts Valencianes, confirmando su salida definitiva del cargo.
La dimisión de Mazón llega tras un duro pulso interno en el Partido Popular en la Comunitat Valenciana. Su decisión de no apartarse rápidamente y condicionar la sucesión ha dejado en evidencia las tensiones internas y el peso creciente de Vox dentro de la coalición de gobierno. Este escenario además complica la posición del líder nacional popular, Alberto Núñez Feijóo, quien verá cómo el poder de Vox crece en la región con Mazón en retirada.
El director de elDiario.es en la Comunitat Valenciana, Sergi Pitarch, analiza que la jugada de Mazón obedece a intereses de partido para mantener cierto control en la era post-Mazón. Según fuentes próximas, la estrategia del presidente dimisionario fue perder fuerzas en público pero ganar influencia en las negociaciones internas con Vox para garantizar un sucesor afín.
El pulso político abierto es inédito en la Comunitat Valenciana. Mazón se ha despedido dejando la gobernabilidad en manos de un pacto cerrado entre el PP y Vox, lo que puede transformar el equilibrio de fuerzas en la autonomía.
La crisis estalló en el día más complicado y trágico de su gestión y sobrevino tras semanas de desgaste político. Su renuncia no salva al PP valenciano de una crisis interna profunda y retrasa la claridad sobre el futuro liderazgo.
En el plano práctico, Mazón seguirá en el cargo hasta que se cierre ese pacto de sucesión con Vox, lo que deja la Generalitat en un limbo de poder con un presidente formalmente dimitido, pero en realidad atrincherado para pilotar él mismo las próximas decisiones importantes.
La Comunitat Valenciana espera ahora conocer quién tomará el relevo y cómo afectará esta nueva configuración a la política autonómica y la relación con Madrid.
						
									































