Estados Unidos dio un giro contundente en su política hacia Rusia al anunciar sanciones directas contra las petroleras Rosneft y Lukoil, pilares del sector energético del Kremlin. El Departamento del Tesoro bloqueó todos los activos de estas compañías bajo jurisdicción estadounidense y advirtió a empresas extranjeras que mantengan vínculos comerciales que también enfrentarán sanciones secundarias.
El movimiento, anunciado esta semana, marca una escalada tras meses de negociaciones fallidas y una cumbre anulada en Hungría. El secretario del Tesoro, Scott Bessent, defendió la decisión diciendo que busca “reducir la capacidad del Kremlin para financiar su maquinaria bélica” ante la negativa de Vladimir Putin a detener la guerra en Ucrania.
Por su parte, la Unión Europea aprobó su 19º paquete de sanciones, incluyendo la aceleración del veto a las importaciones de gas natural licuado (GNL) ruso, adelantando un año su fin. El plan también amplía la lista negra de diplomáticos y buques que Rusia usa para evadir restricciones.
El impacto ya se dejó sentir en los mercados: el precio del barril Brent subió más de dos dólares tras los anuncios. Sin embargo, analistas destacan que la efectividad dependerá del cumplimiento global, especialmente si China e India —que siguen comprando petróleo ruso con descuento— entran en la mira de Washington.
Trump, tras meses apostando por diplomacia directa, reconoció en el Despacho Oval que era “hora de actuar” porque “nunca se llega a ningún resultado” con Putin. Afirmó que las sanciones son “medidas tremendas” que espera no duren mucho, buscando un “alto el fuego inmediato”.
“Queremos que la guerra se resuelva”, dijo Trump frente a Mark Rutte, jefe de la OTAN
La coordinación entre EE UU, la UE y Reino Unido, que sancionó Rosneft y Lukoil la semana pasada, intenta cerrar rutas de ingresos a Moscú y aumentar el costo económico de la guerra. Junto a esto, Washington ya impulsó a Japón a parar importaciones de GNL ruso para aumentar el cerco.
En el terreno energético global, la fragmentación del mercado y las nuevas rutas de exportación de Rusia hacia Asia complican la estrategia occidental. Además, se prevén distorsiones en precios que podrían afectar a economías dependientes de importaciones energéticas.
Fuentes de la Casa Blanca aseguran que el objetivo sigue siendo un alto el fuego inmediato, por ahora rechazado por Moscú, que insiste en el control total del Donbás. Las sanciones buscan cambiar ese cálculo político y forzar un diálogo real.
En definitiva, un frente económico nuevo y coordinado se abre para presionar a Rusia por la guerra en Ucrania, mientras el pulso geopolítico sobre la energía se intensifica con consecuencias globales.
