El Campello y la Universidad de Alicante (UA) mantuvieron viva la figura de Rafael Altamira con una mesa redonda dedicada a su obra literaria y su legado hispanoamericano celebrada en la sala Ramón Llull de la Biblioteca Municipal.
La actividad formó parte del programa del “Año Altamira”, impulsado tras la repatriación en febrero de los restos del intelectual a El Campello, anunció el alcalde Juanjo Berenguer.
Berenguer abrió el acto con un reconocimiento explícito hacia Altamira, calificando el vínculo entre el intelectual y el municipio como “un binomio perfecto” y remarcando que la devolución de sus restos es “un acto de justicia histórica y recuperación de la concordia”.
Entre el público destacaron la concejala de Cultura, Dorian Gomis, ediles de los principales grupos políticos locales (PP, PSPV-PSOE, Compromís, Per El Campello y EU-Unides Podem) y dos bisnietos del homenajeado, Ignacio y Javier Ramos Altamira.
La vicerrectora de Cultura de la UA, Catalina Iliescu, definió a Altamira como “nuestro humanista más universal”, recordando su lucha contra el analfabetismo y su defensa de libertades y el pensamiento libre.
Seguidamente, José María Ferri, catedrático y decano de la Facultad de Filosofía y Letras, repasó la carrera polifacética de Altamira como jurista, literato y docente, vinculado a la generación de intelectuales realistas y naturalistas que apostaban por el cambio entre siglos. Ferri resaltó la máxima vital de Altamira:
“Ocho horas para el trabajo, ocho para dormir y ocho para instruirse y divertirse. Más actualidad, imposible”
La intervención de la catedrática de Literatura Hispanoamericana y directora del Departamento de Filología Española de la UA, Eva Valero, añadió un tono personal al recordar sus raíces campelleras y la conexión estrecha de Altamira con El Campello, donde fue nombrado Hijo Predilecto y recibido multitudinariamente en varias ocasiones.
Valero evocó la relevancia histórica del traslado solemne de los restos del padre de Altamira desde Alicante a El Campello, con la presencia del Ayuntamiento local, y la emotiva bienvenida al propio Rafael Altamira en 1935 acompañado por los músicos de la joven banda L’Avanç.
El acto reforzó el interés local y académico por mejorar el conocimiento sobre Altamira, icono de la cultura e historia española ligada a la defensa de la educación y los lazos hispanoamericanos.


































