En 2024, más de la mitad de los coches dados de baja en España tenían 20 años o más, revelan datos oficiales de la Dirección General de Tráfico (DGT).
El parque automovilístico español es uno de los más envejecidos de Europa: la edad media de los vehículos supera los 14,5 años frente a los 11,8 años del promedio europeo. Este atraso no es solo un dato estadístico. Los coches antiguos emiten más contaminantes, consumen más combustible y ofrecen menos seguridad.
Conducir vehículos con más de dos décadas implica asumir riesgos mayores en caso de accidente. Muchos carecen de sistemas básicos como el control electrónico de estabilidad, frenos avanzados y múltiples airbags. Además, los motores diésel matriculados antes de 2006 siguen siendo una fuente importante de óxidos de nitrógeno (NOx) y partículas, responsables de la contaminación urbana.
El año pasado se retiraron 1.168.000 vehículos, un récord histórico para la DGT, con una subida del 27,4% respecto a 2023. Esta cifra se explica en parte por la implementación de las Zonas de Bajas Emisiones en ciudades como Madrid y Barcelona, que limitan el tráfico de coches sin etiqueta ambiental. También afectaron desastres naturales como la DANA en Valencia, que dejó muchos vehículos sin reparar.
Pese al aumento, el 76,5% de los coches dados de baja tenían más de 20 años, lo que muestra que la renovación del parque avanza lentamente: se descartan principalmente los modelos más viejos y menos útiles, pero no se está renovando el grueso del parque.
El impacto económico pesa: los propietarios de coches viejos enfrentan costes altos en mantenimiento y reparaciones recurrentes. Muchos no pueden permitirse un vehículo nuevo o eléctrico, atrapados en un círculo de dependencia del automóvil anticuado.
Esteban Alabajos, director de la red de desguaces RODES, afirma: “El envejecimiento del parque no son solo estadísticas: afecta a la salud pública y la seguridad vial. Cada año aumenta el número de vehículos que no cumplen con los estándares actuales”.
La renovación se enfrenta a obstáculos económicos, culturales y legislativos. La falta de incentivos suficientes, hábitos de compra y la desigual implantación de políticas ambientales ralentizan la transición a coches más modernos, eficientes y menos contaminantes.
Expertos coinciden en la necesidad de un enfoque integral para combatir el problema: incentivos financieros para la compra de vehículos nuevos, educación vial y ambiental y mejoras en la infraestructura para la movilidad sostenible.
La gestión eficiente de los vehículos al final de su vida útil también es clave para avanzar hacia un parque móvil más limpio y económicamente viable.
Mientras tanto, España continúa con un parque automovilístico envejecido que pone en jaque la seguridad vial, el medio ambiente y la economía familiar.
