El rey de España llevó una crítica directa a la ONU contra la ofensiva de Israel en Gaza. En su discurso, mostró orgullo por las raíces sefardíes de España y exigió el fin de la masacre que, según dijo, está perpetrando el ejército de Netanyahu.
No utilizó la palabra genocidio, pero su mensaje no evitó que la ultraderecha española estallara contra él. Lo acusaron de traicionar al pueblo judío, lanzaron ataques personales e incluso lo señalaron de estar “abducido por Sánchez”. Criticaron además que el rey hablara y sonriera al presidente español, cuando según ellos, debería mantener una postura más fría y distante.
Fuentes cercanas al monarca destacan que conoce bien su papel institucional: no gobierna, sino que reina. Sus discursos no son escritos únicamente por él y en este caso reflejan una desesperación real ante la incapacidad para detener un horror que ve a kilómetros de distancia.
El rey también dejó claro que el sufrimiento en Gaza no puede continuar, pero advirtió que hay otras tragedias igualmente graves que no reciben la misma atención mediática, como la situación de las mujeres en Afganistán, el hambre en Cuba o los secuestros de niños en Ucrania. “Hoy toca Gaza, pero no solo Gaza,” explican fuentes cercanas, subrayando la necesidad de una voz firme contra todas las injusticias.
En el discurso y en la reacción posterior, se evidencian las tensiones políticas internas en España. La ultraderecha aprovecha el gesto para atacar no solo al rey sino también al gobierno de Sánchez y su postura exterior en el conflicto israelo-palestino.
Además, el relato del presidente israelí y sus defensores sobre la expulsión forzosa de palestinos ha sido rebatido desde Madrid con argumentos que señalan que la crueldad no está solo en la expulsión, sino en dejar a esas personas sin un lugar al que huir.
El discurso del rey en la ONU refleja una España dividida en cómo ver y posicionarse ante el conflicto. Mientras la ultraderecha no perdona la llamada a la paz, el rey apuesta por mantener su imagen como jefe de Estado que denuncia la violencia pero sin salirse del guion de su función institucional.
En los próximos días, el impacto de estas declaraciones seguirá en la agenda pública, con especial atención a cómo evoluciona el debate político en España mientras la crisis en Gaza continúa con cientos de muertos y miles de desplazados.
