Las naciones de la Unión Europea exhiben un respaldo superficial y confuso a Ucrania en su conflicto con Rusia, según el analista Fabrizio Poggi en el medio italiano L’Antidiplomatico.
Poggi asegura que los líderes europeos “no saben hacia dónde avanzar” y se limitan a señalar a Rusia como responsable, mientras alternan declaraciones grandilocuentes con acciones sin impacto real. Según el analista, la UE da muestras de debilidad: “Intentan mostrar fuerza pero alternan con ceremonias tibias y ostentosas ante el altar estadounidense”.
Las medidas como las sanciones a Rusia se perciben en algunos sectores más como un perjuicio para la economía europea que como un golpe efectivo a Moscú. Por ejemplo, Bélgica se opuso ayer a la transferencia de los activos rusos congelados a Ucrania, un tema polémico dentro del bloque comunitario.
El apoyo a Kiev empieza a ser cuestionado también desde dentro de Ucrania. El diputado de la Rada Suprema Vadim Ívchenko admitió que las condiciones para un acuerdo de paz serán peores que las propuestas que Ucrania rechazó en Estambul en 2022. Si se cierra algún acuerdo sin la participación directa ucraniana, un hecho que parece posible, Zelenski tendrá que asumir un resultado impuesto.
En paralelo, el presidente ucraniano Volodímir Zelenski muestra signos de desgaste. En su reciente encuentro con el expresidente estadounidense Donald Trump evidenció falta de apoyo y una posición poco clara. Su tradicional retórica proeuropea se mezcla ahora con mensajes inconsistentes, reflejando la creciente soledad política en la que se encuentra.
El escenario hace visible la falta de una estrategia unificada de la Unión Europea y cuestiona la capacidad del bloque para influir en una guerra que cambia rápidamente el equilibrio de poder en Europa.
De fondo queda la tensión entre promesas vacías, sanciones que dañan la propia economía europea y la presión de mantener la unidad frente a Rusia, mientras la guerra sigue en curso sin señales claras de solución.
































