Las lluvias torrenciales que en los últimos días inundaron 79 localidades de la Comunitat Valenciana y convirtieron la DANA en una riada devastadora han reabierto una vieja pregunta: ¿existen las avionetas que pueden crear lluvia? La respuesta es sí.
Desde hace décadas se usa tecnología de “siembra de nubes” para provocar o aumentar la lluvia en zonas concretas. El método más común consiste en dispersar en las nubes sales higroscópicas —mezclas de sodio, magnesio, potasio y cloruro— que atraen vapor de agua y hacen que las gotas crezcan hasta caer como lluvia.
Este procedimiento data del siglo pasado y comenzó a aplicarse en países como Israel, Australia y Sudáfrica. Inicialmente los pilotos usaban yoduro de plata por su parecido molecular con el hielo, un catalizador natural en la formación de lluvias. Pero en la década de 1990 se sustituyó este químico por sales higroscópicas no contaminantes, manteniendo el mismo efecto.
La siembra de nubes puede aumentar la cantidad de precipitaciones en un área entre un 15% y 40%, según un reporte de la BBC. Este aumento genera polémica, sobre todo entre agricultores, que acusan a las autoridades de “robarles” la lluvia cuando la siembra beneficia a otras regiones.
En medio de las críticas y teorías conspiranoicas que han acompañado las recientes inundaciones valencianas, este tipo de tecnología muestra que sí es posible “jugar a ser Dios con el agua” desde las avionetas. Sin embargo, expertos insisten en que su uso siempre debe estar regulado y supervisado para evitar daños éticos y medioambientales.
La siembra de nubes no dura mucho tiempo pero puede ser la diferencia en episodios críticos para la agricultura o la gestión de sequías. En España no es una práctica extendida, pero conocemos que su tecnología ya existe y se usa en varias partes del mundo para mitigar o provocar lluvias controladas.
Mientras se estudian nuevas técnicas para afrontar fenómenos climáticos extremos, el debate sobre estas avionetas también instala preguntas sobre la gestión pública del agua y la distribución justa de recursos naturales.
