Este 20 de octubre, mientras algunas heridas siguen abiertas, el gobernador de Buenos Aires Axel Kicillof y la CGT rindieron homenaje a José Ignacio Rucci, un histórico líder sindical peronista de los años 70, nombrando una calle en su honor: la calle 36 en La Plata.
Rucci fue secretario general de la CGT y es una figura polémica. Fue señalado como responsable de la masacre de Ezeiza y precursor de una “policía interna” dentro de los sindicatos que perseguía y eliminaba a activistas políticos. También fundó la Juventud Sindical Peronista, un grupo ultraderechista.
La elección del día no es casual. El 20 de octubre de 2010 una patota vinculada a José Pedraza, líder de la Unión Ferroviaria, asesinó al joven militante Mariano Ferreyra y dejó gravemente herida a Elsa Rodríguez durante una protesta de tercerizados en Avellaneda.
En ese contexto, homenajear a Rucci este día ha abierto una grieta política. Hebe de Bonafini, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, no dudó en calificar a Rucci directamente de “asesino”. En 2008 afirmó al diario Perfil que Rucci “mató a montones de pibes y a otros los mandó a la muerte porque los denunció”.
En redes, Kicillof celebró el homenaje con un mensaje claro: “Gracias a todos los compañeros y compañeras por invitarnos al plenario de la CGT en La Plata, donde también homenajeamos a José Ignacio Rucci que ahora tiene su nombre inmortalizado en la calle 36”.
Este acto es visto como un guiño político con potencial impacto electoral, en vísperas de elecciones en la provincia. La imagen de Rucci sigue siendo divisoria, símbolo de lucha para algunos y de represión para otros.
Mientras tanto, la CGT y la fuerza política Fuerza Patria quieren enviar un mensaje claro de recuperación y unidad sindical, pero siguen sin cerrar las heridas políticas y sociales de las décadas pasadas.
La memoria de José Ignacio Rucci sigue firme y polémica en la Argentina actual, un símbolo que reaparece en la agenda pública justo cuando se reavivan las tensiones sindicales y electorales. El recuerdo de víctimas como Mariano Ferreyra no se olvida, y sus defensores denuncian estas homenajes como un retroceso.
