Peñaranda de Bracamonte, antaño un referente en la fabricación de calzado en España, ha perdido casi por completo su industria histórica tras más de un siglo de producción ininterrumpida.
Desde finales del siglo XIX, el calzado fue el motor económico de esta localidad salmantina. En 1899 ya destacaban 78 zapateros, segundo oficio más numeroso después de los jornaleros, según un registro en el archivo municipal investigado por Antonio Pérez Sánchez.
La ola industrial arrancó fuerte con la fundación en 1927 de la fábrica de Jesús Ruipérez. La empresa empezó fabricando 600 pares diarios de zapatillas y alpargatas, y en 1975 escaló a 3,4 millones de pares anuales, dando empleo directo a 300 trabajadores y generando un valor superior a 125 millones de pesetas.
Por su parte, la fábrica de Teodoro Jiménez, fundada en 1928, produjo hasta 1,8 millones de pares al año hasta que un incendio en 1939 la destruyó. La compañía de Cándido Hernández, nacida en 1942, llegó a tener entre 700 y 800 empleados en su apogeo, con planta en varias ubicaciones hasta sufrir un gran incendio en 1950 y reubicarse.
Además, cooperativas impulsadas por antiguos empleados, como Oncesa, ampliaron la huella del calzado local más allá de España, llegando a mercados en Reino Unido, Austria, Australia y Alemania.
La fábrica de Jesús Ruipérez sobrevivió a un incendio devastador en 1975, que la redujo a cenizas, pero reabrió poco después. Sin embargo, su cierre en 1984 anticipó el declive irreversible del sector en la zona.
El siglo XXI ha borrado casi por completo la industria del calzado de Peñaranda. A día de hoy la actividad es anecdótica y cualquier intento de recuperar el oficio parece lejano. Como explica Javier Cuadrado, ligado a la industria familiar, proponen ideas como la creación de una escuela de diseño de calzado y moda para reactivar la zona, tomando ejemplo de ciudades como Elche, que mantienen fábricas de calzado deportivo y de diseño.
No obstante, ninguna iniciativa concreta se ha puesto en marcha y ni siquiera se contempla la consolidación de un museo o espacio que preserve la memoria industrial local.
Peñaranda ha pasado de ser un centro pujante que llegó a producir millones de pares anuales y emplear a miles, a un pueblo que sólo conserva la nostalgia de su pasado zapatero.
